¡Sígueme tú!
Pastor Ezequiel Salazar
En el pasaje de Juan 21:20-22, encontramos un poderoso llamado de Cristo a Pedro: "Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú." Esta simple declaración contiene una gran verdad espiritual: debemos enfocarnos en seguir a Cristo sin distraernos por lo que hacen los demás.
A menudo, como creyentes, nos encontramos mirando a nuestro alrededor en lugar de mirar hacia arriba. Nos preocupamos demasiado por lo que hacen otras personas, cómo están sirviendo a Dios y si su caminar parece más bendecido o más difícil que el nuestro. Sin embargo, la enseñanza de Jesús en este pasaje nos recuerda que cada uno tiene su propio llamado, y que nuestra prioridad debe ser seguir a Cristo fielmente, sin desviarnos por comparaciones o distracciones externas.
El Problema de Mirar a los Demás
Muchas veces, dejamos de seguir a Cristo porque estamos demasiado preocupados por los demás. Nos enfocamos en lo que hace otra persona en lugar de enfocarnos en nuestra propia relación con Dios. Pedro hizo exactamente eso cuando, después de recibir una restauración y un llamado de Cristo, inmediatamente preguntó sobre Juan.
El peligro de la comparación: Cuando comparamos nuestro caminar con el de otros, podemos caer en la envidia, el juicio y la distracción.
El juicio equivocado: Muchas veces somos rápidos para criticar a otros sin examinar nuestra propia vida.
La distracción del propósito: En lugar de enfocarnos en el llamado de Dios para nosotros, nos distraemos con lo que Él está haciendo en la vida de otros.
La naturaleza humana nos lleva a comparar nuestro progreso con el de los demás. Queremos saber por qué alguien más parece tener una vida más fácil, por qué algunos son promovidos más rápido en el ministerio o por qué Dios parece bendecir a otros de manera diferente. Sin embargo, este tipo de comparación nos roba la alegría y nos impide enfocarnos en nuestro propio crecimiento espiritual.
La Biblia es clara en advertirnos sobre los peligros de la comparación. En Gálatas 6:4-5, se nos dice: "Así que cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse solo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga." Dios nos ha dado un propósito individual, y en lugar de enfocarnos en otros, debemos concentrarnos en nuestra relación con Él.
La Respuesta de Cristo: "Sígueme Tú"
Jesús responde a Pedro con una corrección amorosa pero firme: "Sígueme tú." Cristo nos llama a mantener nuestros ojos puestos en Él, sin preocuparnos por el destino de los demás.
¿Qué significa seguir a Cristo?
Obediencia total: No podemos seguir a Cristo a medias; Él demanda entrega total. Esto significa estar dispuestos a renunciar a nuestras propias ambiciones si es necesario.
Confianza en su plan: Dios tiene un plan único para cada uno de nosotros, y ese plan no siempre es igual al de los demás. Podemos confiar en que Su voluntad es perfecta.
Despojarse de distracciones: La crítica, el juicio y la comparación solo nos alejan de nuestro llamado.
En Hebreos 12:1-2, se nos insta a correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe." Nuestro enfoque debe estar en Cristo, no en las acciones o éxitos de los demás.
Aprendiendo del Encuentro entre Pedro y Jesús
Para entender mejor la lección que Jesús le dio a Pedro, es importante considerar el contexto. Pedro acababa de ser restaurado después de haber negado a Cristo tres veces. Jesús lo confrontó con amor, preguntándole tres veces si lo amaba, y cada vez le encargó el cuidado de sus ovejas.
Este fue un momento crucial en la vida de Pedro. Jesús le estaba dando una segunda oportunidad y confiándole una gran responsabilidad. Sin embargo, en lugar de enfocarse en su llamado, Pedro inmediatamente se distrajo con la vida de Juan.
Esta historia refleja la tendencia humana de distraernos con la vida de los demás. En lugar de aceptar con humildad nuestro llamado, a veces nos preocupamos más por cómo Dios está trabajando en la vida de otra persona. Pero Jesús nos recuerda que nuestra tarea es seguirlo, sin importar lo que esté pasando con los demás.
Aplicación Práctica
Deja de preocuparte por lo que hacen los demás. No es tu responsabilidad lo que Dios hace en sus vidas. Cada persona tiene su propio caminar con Dios.
Examina tu propio caminar. Antes de juzgar a otros, revisa tu relación con Cristo. ¿Estás obedeciéndolo completamente?
Enfócate en seguir a Cristo con fidelidad. Si te mantienes fiel, Dios obrará en tu vida.
Busca la comunión con Dios. La mejor manera de asegurarte de que estás siguiendo a Cristo es a través de la oración y el estudio de Su Palabra.
Confía en Su plan. A veces no entendemos por qué Dios permite ciertas cosas en nuestras vidas y no en la de otros, pero podemos confiar en que Su propósito es perfecto.
Conclusión
Jesús nos llama a una vida de entrega y devoción a Él. No debemos distraernos con lo que otros hacen o dejan de hacer. Nuestro llamado es claro: "Sígueme tú."
Cada uno de nosotros tiene una carrera única que correr. No podemos permitir que las comparaciones o el juicio de los demás nos desvíen del camino que Dios tiene para nosotros. En lugar de enfocarnos en lo que otros están haciendo, debemos poner nuestra mirada en Cristo y seguirlo con todo nuestro corazón.
Si alguna vez te has sentido tentado a mirar a otros en lugar de mirar a Cristo, recuerda las palabras de Jesús a Pedro. No importa lo que pase con los demás; lo que importa es que tú sigas a Cristo fielmente. Síguelo con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
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