El Corazón de una Sierva
Hna. Miriam Salazar
En nuestra vida cristiana, el servicio es un llamado que no podemos ignorar. Como mujeres, Dios nos ha llamado a ser siervas, a reflejar Su amor a través de nuestra entrega en el hogar, en la iglesia y en cada área de nuestra vida. En esta enseñanza, la hermana Miriam Salazar nos recuerda lo que significa ser una verdadera sierva de Dios.
Somos Siervas de Dios
El servicio no es una opción, es una identidad. Romanos 6:22 nos dice que hemos sido libertadas del pecado para ser siervas de Dios. Aunque el mundo nos dice que somos libres para hacer lo que queremos, la realidad es que pertenecemos a Cristo y debemos vivir para Él.
En Éxodo 21:6, se menciona la costumbre de perforar la oreja de un esclavo que decidía quedarse con su amo por amor. Nosotras también debemos reconocer que le pertenecemos a Dios y someternos a Su voluntad.
La Verdadera Actitud de Servicio
El servicio no es una carga, sino un privilegio. Muchas veces, al atender a nuestra familia, nos sentimos cansadas y frustradas, pero si nuestro corazón está alineado con Dios, servir se convierte en gozo.
Gálatas 2:20 nos recuerda que ya no vivimos para nosotras mismas, sino que Cristo vive en nosotras.
Filipenses 2:3-4 nos exhorta a mirar por las necesidades de los demás antes que por las nuestras.
Cuando entendemos que cada plato que lavamos, cada comida que preparamos y cada pequeño acto de amor es para Dios, nuestro servicio cobra un nuevo significado.
Ejemplos de Mujeres Siervas en la Biblia
A lo largo de la Biblia, encontramos ejemplos de mujeres que sirvieron con corazón sincero:
La suegra de Pedro: A pesar de haber estado enferma, al ser sanada inmediatamente se levantó para servir a Jesús y a Sus discípulos.
María Magdalena, Juana y Susana: Mujeres que usaron sus bienes para sustentar el ministerio de Jesús (Lucas 8:1-3).
Dorcas: Era conocida por su generosidad y servicio a las viudas, haciendo ropa para ellas (Hechos 9:36-39).
La mujer samaritana: Al conocer a Jesús, dejó su cántaro y corrió a compartir las buenas nuevas con su pueblo (Juan 4:28-30).
Cada una de ellas nos deja un legado de servicio y entrega a Dios.
Servir con un Corazón Humilde
El verdadero servicio requiere humildad. Jesús, siendo Dios, lavó los pies de Sus discípulos como un acto de amor y enseñanza (Juan 13:12-17).
Nosotras también debemos estar dispuestas a:
Hacer tareas que nadie quiere hacer. Ya sea limpiar la iglesia, cocinar para otros o atender a nuestra familia con gozo.
Servir sin esperar reconocimiento. Nuestro servicio debe ser para la gloria de Dios, no para que otros nos alaben.
Dar sin reservas. Muchas veces decimos que no tenemos, pero Dios nos ha dado talentos y recursos para bendecir a otros.
La Bendición de Servir
El servicio trae recompensas espirituales y materiales. Dios bendice a aquellas que dan de sí mismas sin esperar nada a cambio. A veces nos cuesta compartir, pero cuando damos con alegría, Dios nos provee en abundancia (2 Corintios 9:6-7).
Nuestro mayor ejemplo es Jesús, quien no vino a ser servido, sino a servir y a dar Su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28). Sigamos Su ejemplo y entreguémonos al servicio con corazón sincero.
Conclusión
Servir no es una carga, sino un gozo cuando lo hacemos con el corazón correcto. En nuestro hogar, en la iglesia y en nuestra comunidad, podemos reflejar el amor de Cristo a través de nuestra actitud de servicio.
Pregúntate hoy:
¿Estoy sirviendo con alegría o con queja?
¿Ven mis hijos y esposo en mí a una verdadera sierva de Dios?
¿Estoy buscando reconocimiento o simplemente agradar a Dios?
Que nuestra vida sea un testimonio de amor y entrega, sabiendo que todo lo que hagamos, lo hacemos para el Señor (Colosenses 3:23).
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