Sin Vergüenza, Sin Miedo: La Urgencia de Predicar el Evangelio
¿Por qué hemos dejado de ganar almas?
Probablemente, la mayor deficiencia en las iglesias de hoy es el evangelismo, el ganar almas para Cristo. Me pregunto, ¿qué ha pasado con la pasión que una vez tuvimos por predicar el evangelio? ¿Por qué en una iglesia donde casi todos los miembros fueron alcanzados por el esfuerzo evangelístico de alguien más, hay tan pocos dispuestos a hacer lo mismo?
No estoy diciendo que nadie predique fuera del tiempo programado por la iglesia, pero ¿por qué tan pocos se involucran en el programa organizado de evangelismo? ¿Por qué otras cosas han reemplazado el ganar almas en la vida de tantos cristianos?
¿Vergüenza? ¿Temor?
El apóstol Pablo dijo con convicción:
"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1:16).
Pablo era un hombre valiente. No significa que nunca sintió miedo, pero si lo sintió, nunca permitió que lo detuviera. Predicó lo que sabía, lo que había recibido. Antes de su conversión, cuando aún era Saulo, persiguió con furia a los cristianos. Pero cuando Cristo lo detuvo en el camino a Damasco, su vida cambió por completo.
De perseguidor pasó a ser predicador. Y desde ese momento, Pablo dedicó cada día de su vida a hablarle a otros acerca de Jesús. Lo hizo con pasión, con lágrimas, con propósito.
Pablo: Un Ejemplo de Pasión por el Evangelio
Pon a Pablo en cualquier lugar y él predicará:
Ante reyes → Predicará.
En concilios → Predicará.
En la cárcel → Cantará, orará y predicará.
Pablo nunca desaprovechaba la oportunidad de compartir a Cristo.
Sabía que el evangelio tenía poder. Sabía que el evangelio lo había transformado a él. Antes odiaba a los cristianos, ahora los amaba. Antes perseguía la iglesia, ahora la edificaba.
El evangelio tiene poder para cambiar vidas.
El Poder Transformador del Evangelio
Piénsalo: ¿dónde estabas tú antes de conocer a Cristo?
¿Cuáles eran tus valores?
¿Qué te motivaba?
¿Cuál era tu rumbo?
Cuando Cristo llegó a tu vida, tu propósito cambió. Ya no vives para lo terrenal, sino para lo eterno. Ya no te mueven los placeres del mundo, sino el llamado celestial.
Pablo vio este poder una y otra vez. Llegaba a una ciudad pagana, predicaba el evangelio y las vidas eran transformadas en el instante.
Gente que antes:
Amaba el pecado, ahora lo aborrecía.
No podía hablar sin decir maldiciones, ahora le ofendía oírlas.
Vivía para lo temporal, ahora tenía un enfoque eterno.
¿Por qué? Porque el evangelio es PODER de Dios para salvación.
Si el evangelio cambió a Pablo, puede cambiar a cualquiera.
Si el evangelio me cambió a mí, puede cambiar a cualquiera.
Si el evangelio te cambió a ti, puede cambiar a cualquiera.
Pablo: Sin Vergüenza y Sin Miedo
Pablo no hacía excepciones.
Predicaba a los judíos y gentiles.
Predicaba a los ricos y pobres.
Predicaba a los esclavos y libres.
No seleccionaba a quién le predicaba con base en su apariencia. No veía una casa lujosa y pensaba: "seguro aquí no quieren escuchar". No miraba a alguien humilde y asumía que sí aceptaría el mensaje. Pablo predicaba a todos.
Y no le daba miedo.
Sabía que predicar el evangelio le traería sufrimiento, pero eso no lo detenía.
Fue apedreado en Listra → Se levantó y siguió predicando.
Sufrió naufragios, azotes, hambre, peligro → Nada lo detuvo.
Lo encarcelaron → Allí ganó al carcelero para Cristo.
Pablo estaba dispuesto a cruzar cualquier distancia, soportar cualquier incomodidad y pagar cualquier precio por predicar el evangelio.
Y nosotros…
¿Nos desanimamos porque alguien nos cierra la puerta?
¿Nos rendimos porque una colonia es "difícil"?
¿Nos excusamos diciendo que ganamos almas "a nuestro propio ritmo"?
Pablo predicaba sistemáticamente.
Cada sábado iba a la sinagoga a predicar.
Cada ciudad que visitaba, su prioridad era el evangelio.
No había excusas, siempre predicaba.
Si Pablo tenía un día y hora fija para evangelizar, ¿por qué no tú?
¿Dónde estás cuando la iglesia gana almas?
Cuando tu iglesia organiza un tiempo para evangelizar, ¿dónde estás tú?
¿En casa?
¿Trabajando?
¿Paseando?
¿Qué puede ser más importante que compartir el evangelio de Cristo?
La verdad es esta:
Si no predicas el evangelio, el evangelio es ineficaz.
No importa cuán poderoso sea el mensaje, si no lo compartimos, es como si no existiera.
El evangelio tiene poder si lo predicas.
Si lo callas, ¿a quién le sirve?
Toma una Decisión Hoy
Necesitamos una visión renovada.
Si has dejado de ganar almas, vuelve a hacerlo.
Si el evangelio te cambió la vida, predícalo.
Si Dios te salvó, díselo a otros.
Si en verdad no te avergüenzas del evangelio, demuéstralo.
No se trata de "falta de tiempo" o de "otros métodos".
Se trata de que somos cobardes y vergonzosos.
Es momento de arrepentirnos y predicar el evangelio con valentía y pasión.