Mateo 18:23-35

I. ¿Qué es el perdón? 

En el Nuevo Testamento la palabra “perdón” quiere decir “despedir” o “despachar”. Viene de dos palabras “apo”, que quiere decir “de dónde” y “hiemi” que quiere decir “enviar fuera”. El mismo pecado era enviado de aquí a fuera. La relación fracturada es despachada y el castigo es despachado. Todo esto se implica en el perdón. 

La palabra perdón también se puede traducir “completamente cancelado”. 

También significa la remisión de un castigo merecido — ser liberado de una pena. Quiere decir comunión restaurada y exención de alguna sentencia. 

El perdón también implica la completa remoción por la causa de la ofensa. Se relaciona con la palabra bíblica “justificación”. Esto quiere decir que Dios pronuncia a un pecador “sin culpa” como si nunca hubiera pecado. 

Aquí hay una buena ilustración: todas las palabras para perdón tal vez apuntan al chivo expiatorio del Antiguo Testamento. 

Ver Levítico 16: 5-10 5 Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto. 6 Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. 7 Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. 8 Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. 9 Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. 10 Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.

En el séptimo mes (octubre) del año y el décimo día de ese mes se tomaban dos cabras. Uno fue asesinado. Su sangre fue rociada sobre la otra cabra (el chivo expiatorio). Los pecados de la gente fueron confesados sobre él, y fue llevado a un desierto para nunca volver. La cabra que murió señala a Jesús llevando nuestros pecados. La cabra viviente (el chivo expiatorio) señala que Él lleva nuestros pecados para que nunca más sean recordados. 

Aquí hay una hermosa imagen del perdón. Por supuesto, es todo debido a la sangre que Cristo nos ha perdonado. Debido a esa misma sangre (el hecho de que Cristo nos ha perdonado) debemos perdonarnos unos a otros.

No muy lejos de la ciudad de Nueva York hay una tumba. En la lápida de esa tumba solo hay una palabra escrita: "perdonado".
No hay obras de arte, solo la palabra "perdonado".
No hay epitafio, solo la palabra "perdonado".
No hay explicación, solo la palabra "perdonado".
No hay nombre, solo la palabra "perdonado".
No hay elogio, solo la palabra "perdonado". 

Hay un lugar sobre el cual Dios ha escrito la palabra "perdonado". Es el calvario. A causa de lo que Cristo hizo en el Calvario, somos perdonados, y debido a lo que Cristo hizo en el Calvario, debemos perdonar.

II. ¿Por qué debemos perdonar?

Nuestro texto — Mateo 18:23-35

Aquí hay una hermosa historia de por qué debemos perdonar. Un siervo le debía a su rey 10,000 talentos. Un talento de oro era de aproximadamente $660,000. Si el siervo le debía 10,000 talentos de oro al rey, le debía $6,600MDP. Un talento de plata era de aproximadamente $ 44,000. Si le debía plata, le debía $440MDP. El talento grecorromano fue valorado en aproximadamente $ 22,000. Si esto es lo que el sirviente le debía al rey, le debía $ 220,000,000. Llegó ante el rey y pidió perdón, ¡y el rey se lo concedió! ¡Qué compasión!

El siervo mencionado tenía un compañero que le debía 100 denarios. (Probablemente la palabra ”denario” valía aproximadamente $3.74). En consecuencia, su compañero le debía $374. Su consiervo le pidió perdón, y el que acababa de recibir una deuda de al menos $220,000,000 no perdonaba a su consiervo de la deuda de $374. 

La lección aquí es que si Dios pudo perdonarnos, debemos perdonarnos los unos a los otros. Nuestros pecados contra Dios se comparan con los $ 220,000,000. Los pecados de aquellos que han pecado contra nosotros se comparan con los $374. Ciertamente, cualquiera que haya sido perdonado por Dios debe perdonar a sus hermanos. Por lo tanto, perdonamos porque Jesús nos ha perdonado.

También debemos perdonar porque cuando perdonamos, somos como Cristo. Se nos dice que nos regocijemos porque somos perdonados. Se nos dice que el hombre que es perdonado de sus pecados es un hombre bendecido o feliz. Sin embargo, es infinitamente mayor perdonar que ser perdonado. 

No es como Cristo SER perdonado, porque Cristo nunca necesitó perdón. El que no conoció pecado no necesitaba perdón de pecado. Sin embargo, es cristiano perdonar. Recuerda las palabras de nuestro Señor en la cruz, dichas de aquellos que lo estaban castigando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Lucas 23:34a.

III. ¿Con qué frecuencia debemos de perdonar? 

Mateo 18:21-22 21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Tenga en cuenta que debemos perdonar "setenta veces siete". Eso significa 490 veces; sin embargo, siete es el número de perfección o cumplimiento de Dios. Esto significa que debemos continuar perdonando. 

Hay siete días en la semana, siete colores en el arco iris y siete notas en la escala. 

Cuando un siete termina, otros siete comienzan. Dios está diciendo que debemos seguir perdonando hasta que tengamos el hábito de perdonar. 

En otras palabras, el perdón debe convertirse en una parte de nuestro carácter, una parte de nuestra forma de vida, un hábito habitual. 

Por ejemplo, Hno. Carlos, dígale a _________: “Te odio.” Ahora, ________, dígale al Hno. Carlos: “Te perdono.”

Esto es lo que Dios nos dice que debemos hacer: formar el hábito de perdonar — aprender a perdonar hasta que sea parte de nuestra naturaleza. 

IV ¿Qué debemos perdonar? 

Hay varias palabras que se relacionan con el perdón en el Nuevo Testamento. Si debemos de perdonar como Dios perdona, tenemos que estudiar qué es lo que Dios perdona…

  1. Delitos y pecados — Efesios 2:1 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados…”

    Esto significa que cuando alguien comete un delito en contra de nosotros, cuando nos ofende, debemos de perdonarle. 

  2. Deudas — Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

    Lo que nosotros debemos por el pecado es nuestra vida — merecemos morir. Pero Cristo pagó nuestras deudas cuando murió POR nosotros. Así debemos de perdonar a los que nos deben, pagando sus deudas. 

  3. Amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia — Efesios 4:31-32 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
    Así como Dios nos ha perdonado todas estas cosas, debemos de perdonar a los demás.

  4. Pecado — Mateo 6:14-15 “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
    Aquí la palabra “ofensas” es la palabra griega “par-ap’-to-ma" que quiere decir “error, desvío, falla accidental, hacer el mal sin saberlo”. Esto es pecado. Es cuando alguien hace algo que afecta a otro sin saberlo.

Hno. Hyles decía: “Prefiero se odiar que odiar — criticado que criticar, maldecido que maldecir”. Debemos de aprender a perdonar todo a todos todo el tiempo. 

V. Promesas para los que perdonan.

Dios ha prometido perdonar a los que perdonan. 

En Mateo 6:12 leemos: "...y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores."

En Mateo 6:15 se nos dice: "mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". 

En Mateo 18:35 encontramos: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas..." 

En Marcos 11:25 se nos dice que “...y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas…"

Luego, en Colosenses 3:13, el Espíritu Santo inspiró al Apóstol a escribir: "...soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros". 

Por lo tanto, Dios promete perdón al perdonador. ¡Qué buena oferta!

VI. ¿Quién debe iniciar el proceso del perdón? 

Mateo 5:23-24 “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.”

El ofendido, no el ofensor, debe buscar la reconciliación. 

Normalmente decimos: “Yo lo perdono si me pide perdón”. Este no es el plan bíblico. 

Dios, sabiendo que el que ha sido ofendido es el más fuerte de los dos, y sabiendo que lo mejor para el más fuerte es buscar la reconciliación, dice que el que es ofendido debe buscar la reconciliación. 

El que ofende es el más débil. Probablemente no buscará la reconciliación como aquel contra quien se peca. Por lo tanto, la carga de la reconciliación recae sobre el que ha sido ofendido, no el que se ha ofendido. 

Por eso, el plan de Dios es mejor, porque los mas fuertes, los ofendidos, más rápido buscan a los más débiles, los que ofenden.

Por ejemplo: Hno. Carlos, Usted es el más débil. Hno. ________, usted es el más fuerte. ¿Por qué? Porque, normalmente, el que ofende es más débil que el ofendido. Normalmente ofende a causa de su debilidad — no entiende que lo que hace ofende; solo piensa en sí mismo, etc. 

Ahora, los dos deben de buscar reconciliación, pero dado que el más fuerte es el que buscará reconciliarse, Dios le ordena que él debe de iniciar el procedimiento. 

Conclusión 

Cristo perdonó estando en la cruz. Perdonó a Pedro después de que lo negara tres veces. Perdonó al paralítico de sus pecados. Perdonó a la mujer con la caja de alabastro y el perfume de nardo. 

Cristo es el que ha sido ofendido. Nosotros hemos pecado en contra de él. No hay uno más fuerte en el universo que Dios. El es el que inicia el procedimiento para perdonar. Lo único que nosotros tenemos que hacer es recibir ese perdón. 

No tenemos que rogar. No está condicionado. No hay alguna penitencia que tengamos que hacer. El ya nos ha perdonado, lo único que tenemos que hacer es aceptar el perdón para reconciliar la relación con Dios. 

A propósito, eso es verdadero Cristianismo — perdonar inmediata y completamente. No acondicionar el perdón. No requerir algo a cambio del perdón. Simplemente perdonar y esperar que el ofensor acepte el perdón que se da libremente. 

¿Haz sido ofendido? Nuestro texto dice: v. 27 “El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.” Sea como Cristo. Tenga misericordia. 

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