Filipenses 2:12-17

Casi toda mi vida he oído este refrán: “Ama al pecador - odia el pecado.” Es un buen concepto. Es un principio bíblico. Dios practica este principio. Cristo lo demostró varias veces en su ministerio terrenal. Defendió a la mujer descubierta en el acto mismo del adulterio. La perdonó, pero al mismo tiempo, reconoció su pecado y le dijo que no pecara más.

Dios el Creador manifestó este concepto en el huerto de Edén. Adán y Eva le habían desobedecido. Descubrieron su desnudez. Se avergonzaron. Se asustaron. Esto indica que tenían un concepto del carácter de Dios. Dios odia el pecado. Pero Dios sacrificó a un corderillo para que tuvieran pieles para cubrir su desnudez.

Pero en nuestros días, el humanismo secular pretende practicar la primera parte de este concepto pero olvida la segunda. Piensan que su tolerancia del estilo de vida pecaminoso del pecador demuestra amor. Pero el que ama al pecador no lo ama por completo si no odia su pecado. 

El amor de Dios no sería verdadero amor si no odiara el pecado que produce muerte en el pecador al que ama. 

El médico no sería lo que debe ser si no odia la enfermedad que ataca al paciente a quien está tratando de curar.

El policía nos sería lo que debe ser si no odiara el crimen que victimiza a los ciudadanos a quienes supuestamente protege.

El mundo humanista secular condena a los que exponemos y condenamos el pecado como INtolerantes. Usan términos como “legalistas” para describir a los que predicamos contra el pecado y exponemos sus horribles consecuencias.

Declaramos guerra contra el pecado precisamente porque produce sufrimiento, angustia, pobreza, enfermedad, conflicto, opresión y otros desastres en las personas que lo practican.

Amamos al alcohólico y odiamos el alcoholismo porque destruye la vida del alcohólico.

Amamos a las parejas en conflicto y odiamos el divorcio porque destruye la unidad familiar y deja desprotegidos a los hijos.

Amamos al sodomita y odiamos el sodomía porque destruye la capacidad del sodomita de disfrutar de una relación sana, normal y realizada con una persona del sexo opuesto.

El mundo humanista secular y los religiosos liberales le llaman a esto: “intolerancia”. Nos acusan de ser arcaicos, anticuados, fuera de contacto con la realidad, de juzgar a la gente por su estilo de vida. Ellos PRETENDEN amar al pecador, pero no odian el pecado que le tiene condenado a ser víctima de su pecado.

Lo que antes se llamaba perversidad ahora lo llaman preferencia sexual. 

Lo que antes se llamaba adulterio ahora lo llaman union libre.

Lo que antes se llamaba aborto ahora lo llaman derecho de la mujer de escoger. 

Lo que antes se llamaba fornicación ahora se llama experimentación sexual.

Isaías 5:20 dice “¡Ay de los que a lo MALO dicen BUENO, y a lo BUENO MALO; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”

Este mundo está al revés. Los malos ya no son los que hacen el mal. Los malos somos los que condenamos el pecado que tiene ‘victimizados' a los que ellos supuestamente están defendiendo para que puedan seguir viviendo un estilo de vida que los está destruyendo. 

“Amor” se ha convertido en tolerancia del mal. “Odio” es lo que llaman el intento de rescatar al pobre pecador de su pecado. Llaman “compasión” lo que en verdad es tolerancia del mal. 

El humanismo secular y el liberalismo religioso PROLONGA y PROMUEVE el pecado que encadena al pecador. El evangelio de Jesucristo, la predicación al rojo vivo contra el pecado y a favor de la justicia es la única esperanza que tiene este mundo de ser rescatado de sí mismo.

Se defiende el “derecho” individual de vivir su vida como escoge como una virtud, sin ningún intento de advertirle del peligro de lo que está escogiendo.

Se proponen leyes que pretende “casar” a hombres con hombres y mujeres con mujeres, enmugreciendo la institución sagrada del matrimonio con sus contratos civiles. 

Y en un nivel más personal, abuelas se gozan de sus hijas adolescentes que les dan su primer nieto siendo la muchacha menor de edad. ¡Niñas procreando niñas!

Mi hermano, lo LLAMARÁN matrimonio, pero no es matrimonio. Llámale automóvil a una carretilla si quieres, pero sigue siendo carretilla. 

Llámale “nuez” al cacahuate si quieres, pero sigue siendo cacahuate. 

Llámale “matrimonio” la unión entre homosexuales si quieres, pero NO ES MATRIMONIO.

Llámale “preferencia sexual” o “persuasión sexual” o “inclinación sexual” o “identidad sexual” si quieres, pero sigue siendo perversión, abominación, pecado, y está siendo usado por el enemigo para borrar la línea de diferencia que Dios mismo estableció.

Los bautistas independientes fundamentales siempre hemos tenido la reputación de predicar duro contra el pecado.  Pero al mismo tiempo tenemos la ÚNICA SOLUCIÓN a los males sociales, emocionales, y sobre todo, espirituales de esta pobre generación moribunda.

Pero cuando un predicador se para y dice la verdad, expone el pecado, hasta algunos miembros de iglesia bautistas fundamentales como que se encogen, se agachan, se les van los ojos en la cabeza, meten la lengua en la mejilla, y lo consideran como sólo un momentáneo ataque de extremismo.

Esto no es extremismo. Es un llamado a volver a la normalidad. A identificar, exponer y condenar los males alarmantes de esta generación y al mismo tiempo ofrecer el ÚNICO remedio posible: la regeneración del alma a través de fe en Cristo.

La verdadera, plena y clara predicación del evangelio es el único remedio que tiene el potencial de salvar esta generación. Nuestros niños y jóvenes están siendo expuestos a toda clase de pensamiento torcido perverso y parece que a NADIE le importa. 

Pues a MÍ sí me importa. Y DEBE importarte a ti, padre, madre. ¿Qué están escuchando y viendo tus hijos en la escuela, en youtube, en Facebook, en Whatsapp? 


Dios nos dé espina dorsal y valor para encarar el cáncer que está comiendo lo corazones y las almas de esta generación. 

Dios nos libre de jamás abandonar los principios bíblicos sobre los cuales fue establecida la iglesia de Jesucristo y ser influenciados por una sociedad que ha sido inundada de mentira, engaño y perversión. 

Dios nos puso en este mundo - los “raros”, los “anormales”, los “insurgentes espirituales”, los “renegados” - para levantar nuestras voces en contra del mal y a favor de la justicia.

Nos llaman insensibles. ¿Insensibles? Es todo lo contrario. Pero nuestra sensibilidad es hacia la víctima, no hacia el opresor.

Si un perro rabioso ataca a uno de mis hijos, ¿es insensible sacar mi pistola y matar el perro? ¡Claro que no! Insensible sería acariciar el perro mientras destroza a mi hijo. 

Nuestro intento de advertir al individuo del peligro de su estilo de vida - sí es en relación a lo sexual, a la droga, al alcohol, al matrimonio - o cualquier otra aversión - es verdadera compasión. Es sensibilidad auténtica al que en verdad necesita sensibilidad.

Cualquier cosa menos que la predicación clara, precisa, específica, señalando el mal y el peligro del pecado, no hará nada para resolver el problema. 

¿Qué puede hacer el cristiano promedio acerca del asunto?

1. Gana almas. Comparte el evangelio. Busca oportunidades para hablar a otros de Cristo. Hazlo con amor, con compasión, entendiendo que Ud. puede ser la única persona que esa persona conoce que podría darle la solución de su problema.  

Ganar almas no es solo una actividad religiosa. No es el cumplimiento de un compromiso con su iglesia. No es sólo la participación de un programa más de su iglesia. Es el deber que cada cristiano tiene de ser una influencia positiva en la esfera del mundo en que opera.

Cristo nos llamó “la sal de la tierra”. La sal preserva. Combate la descomposición. Nos ha llamado “la luz del mundo”. Entonces, resplandece.

2. Cuando gana a una persona a Cristo, no le deje. Cuídale. Búscale. Sé su amigo. Haga lo que puede hacer para ayudarle a crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.

3. Apoya a su pastor cuando predica la verdad, aunque no sea muy popular hacerlo. A veces su pastor siente que es una voz clamando en el desierto. Se siente como en una isla desértica. Déjele saber que está de acuerdo con la predicación bíblica. Diga “Amén” de vez en cuando para animarle a predicar la verdad.

4. Cuide su hogar. Vigile lo que consumen sus hijos. Asegúrese de que estén recibiendo algo constructivo que contribuirá a manera de pensar sana y provechosa. Ayúdeles a escoger cuidadosamente a sus amigos. Exprese su inconformidad de manera respetuosa y culta cuando descubre que se les está enseñando lo profano en su escuela. 

5. Joven, haz caso a tus mayores. Obedece las amonestaciones de tus padres. Escucha la predicación de tu pastor. Sigue el ejemplo de gente piadosa. No dejes que la vida cristiana se vuelva en algo aburrido. Evita escoger a amigos solo porque te divierten. Escoge a tus amigos en base de su potencial de tener una influencia positiva en tu vida. Considera las decisiones que estás haciendo ahora y el efecto que va a tener en tu vida en diez años. 

Conclusión

Este país no fue fundado ni edificado por hombres perversos. No eran santos, y la mayoría de ellos ni eran salvos. Pero eran hombres con el sentido correcto de decencia. ¿Puedes imaginar que Miguel Hidalgo, Morelos, Villa, Zapata usaran términos como “preferencia sexual”, “identidad sexual”, “identidad de género”? 

¿Crees que Villa toleraría entre sus tropas a soldaditos homosexuales? No dudo que los hubiera, pero ¿crees en verdad que se declararían como tales? No creo. ¡Hasta dónde hemos llegado! 

Amar al pecador REQUIERE que odiemos el pecado. Hacer otra cosa es una gruesa injusticia.

Si estás aquí en esta mañana, nosotros te amamos. Por eso quisimos que vinieras a esta iglesia. Queremos que conozcas la verdad acerca del pecado – que eres pecador, que necesitas a un Salvador y que ese Salvador es el Señor Jesucristo. Si crees en el, que nació de virgen, que vivió una vida perfecta, que murió físicamente y que resucitó de los muertos el te salvará de ese pecado que te condena a una muerte eterna en el infierno. Jesucristo no fue, solamente, un maestro, un obrador de milagro. Es el Hijo de Dios y Dios el Hijo. Es la segunda persona de la trinidad y derramó su sangre para justificarte y santificarte para poder ir al Cielo cuando mueras. 

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