El Peligro de los Sentimientos Heridos
Por el Pastor Tommy Ashcraft
Introducción: La Paz de los Que Aman la Ley de Dios
La música en nuestras iglesias no solo es un medio de adoración, sino también una herramienta que nos prepara para recibir la palabra de Dios. Es un gozo poder disfrutarla, pero hoy quiero hablarles de algo más profundo que nos afecta en lo personal y en lo comunitario: los sentimientos heridos.
El Salmo 119:165 dice:
"Mucha paz tienen los que aman tu ley y no hay para ellos tropiezo."
Este pasaje nos recuerda que el amor por la palabra de Dios trae paz y nos protege de caer en el tropiezo. Sin embargo, vivimos en un mundo donde las ofensas son inevitables. Por ello, reflexionemos sobre cómo manejar los sentimientos heridos y cómo evitar que estos se conviertan en obstáculos en nuestra vida cristiana.
¿Qué es un Tropiezo?
La palabra tropiezo en este contexto implica una variedad de emociones negativas:
Ofendido
Despreciado
Ignorado
Lastimado
Humillado
Todos hemos experimentado alguno de estos sentimientos en algún momento. Estas emociones no solo son desagradables, sino que pueden volverse destructivas si no las manejamos correctamente. Pueden:
Paralizar nuestra vida espiritual.
Causar daño a nuestra relación con Dios y con otros.
Impulsarnos a tomar decisiones radicales e imprudentes.
Es importante reconocer que las heridas emocionales no solo nos afectan a nosotros, sino también a quienes nos rodean. Como cristianos, debemos aprender a enfrentarlas con sabiduría y gracia.
Los Efectos de los Sentimientos Heridos
1. Pueden Desviar Nuestro Enfoque
Cuando permitimos que una ofensa controle nuestras emociones, nuestro enfoque se aleja de Dios. En lugar de vivir en paz, nos consumimos pensando en la ofensa, en cómo responder o en cómo desquitarnos. Esto nos aleja de nuestra misión como creyentes.
2. Pueden Dañar Nuestra Comunidad
Proverbios 18:19 dice:
"El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte."
Las ofensas pueden fracturar relaciones y crear divisiones dentro de la iglesia. Un pequeño malentendido puede escalar hasta convertirse en un problema mayor si no se aborda con madurez y amor.
3. Pueden Inutilizarnos en el Servicio a Dios
Muchos cristianos han abandonado su ministerio debido a sentimientos heridos. Quizás alguien los ignoró, los trató con dureza o hizo un comentario insensible. Si no manejamos estas situaciones correctamente, podemos perder de vista nuestro propósito.
Cómo Manejar los Sentimientos Heridos
A continuación, exploraremos pasos prácticos basados en las Escrituras para manejar los sentimientos heridos y evitar que se conviertan en tropiezos en nuestra vida cristiana.
1. Reflexiona sobre tu Propio Papel
Antes de reaccionar a una ofensa, pregúntate:
¿Hice algo que pudo haber provocado esta situación?
¿Fue realmente una ofensa o estoy interpretando mal las intenciones de la otra persona?
Muchas veces, lo que percibimos como enojo puede ser frustración o cansancio. Salmos 139:23-24 nos anima a pedirle a Dios que examine nuestro corazón:
"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos."
Reflexionar sobre nuestra propia conducta nos ayuda a responder con humildad y no con impulsividad.
2. Aprende a Escuchar Más Allá del Tono
Proverbios 27:6 dice:
"Fieles son las heridas del que ama, pero importunos los besos del que aborrece."
A veces, palabras que parecen duras pueden contener una verdad importante. Es fácil rechazar un mensaje por la forma en que se entrega, pero un corazón sabio busca entender el contenido en lugar de reaccionar al tono.
3. No Permitas que la Ofensa Controle tu Vida
Una ofensa no debe tener el poder de dictar cómo vivimos o las decisiones que tomamos. Romanos 12:17-18 nos instruye:
"No paguéis a nadie mal por mal... Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres."
Decidir no responder al mal con mal es un acto de obediencia a Dios y una muestra de madurez espiritual.
4. Ora por la Persona que te Ofendió
Jesús nos enseñó a orar por nuestros enemigos (Mateo 5:44). Cuando oramos por aquellos que nos han herido:
Cambiamos nuestro enfoque de la ofensa a la gracia.
Permitimos que Dios transforme nuestro corazón y el de la otra persona.
La oración no solo beneficia a quien la recibe, sino también a quien la ofrece.
5. No Devuelvas Mal por Mal
La venganza nunca es la solución. Romanos 12:19-21 dice:
"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios... No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal."
Cuando respondemos al mal con bien, reflejamos el carácter de Cristo y rompemos el ciclo de ofensa y resentimiento.
6. Permanece en tu Lugar
Eclesiastés 10:4 nos aconseja:
"Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar."
No permitas que una ofensa te aparte de tu llamado o de tu lugar en el servicio a Dios. Mantente firme, confiando en que Dios está obrando en medio de la situación.
Ejemplo de Jesús: La Respuesta Perfecta
Isaías 53:7 describe cómo Jesús enfrentó el sufrimiento:
"Angustiado él, y afligido, no abrió su boca."
Jesús es nuestro ejemplo perfecto de cómo responder a la injusticia y al dolor. Él soportó la cruz en silencio, confiando en el plan de Dios. Siguiendo su ejemplo, podemos aprender a guardar silencio y confiar en que Dios es nuestro defensor.
Cómo Superar las Ofensas en la Vida Diaria
1. Reconoce que Todos Somos Imperfectos
Ninguno de nosotros es perfecto. Así como otros nos ofenden, nosotros también podemos ofender. Reconocer esto nos ayuda a ser más pacientes y comprensivos con los demás.
2. Practica el Perdón Activo
Efesios 4:32 nos dice:
"Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
El perdón no significa justificar la ofensa, sino liberarnos del peso del resentimiento.
3. Busca la Reconciliación Cuando Sea Posible
Mateo 18:15-17 nos enseña a buscar la reconciliación cuando hay conflicto. Hablar con humildad y amor puede restaurar relaciones rotas.
4. Enfócate en la Eternidad
Las ofensas terrenales palidecen en comparación con la gloria eterna que nos espera. Colosenses 3:2 nos anima a poner nuestra mirada en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Conclusión: Vive en la Paz de Dios
Los sentimientos heridos son inevitables, pero no deben definirnos ni controlar nuestras vidas. A través del amor, el perdón y la gracia de Dios, podemos superar las ofensas y vivir en paz.
Recuerda:
El amor cubre multitud de faltas (Proverbios 10:12).
La paz viene al confiar en Dios y seguir su palabra.
Oración Final
"Señor, gracias por tu gracia y misericordia. Ayúdanos a manejar nuestras emociones con sabiduría y a responder a las ofensas con amor. Enséñanos a seguir el ejemplo de Jesús, quien sufrió en silencio y confió en ti en todo momento. Que nuestras vidas reflejen tu amor y paz. En el nombre de Jesús, Amén."