No Estamos Haciendo Nada
Resumen del sermón “No Estamos Haciendo Nada” por el Pastor Kevin Wynne, predicado en la Primera Iglesia Bautista de Hammond, Indiana.
La Importancia de Compartir las Buenas Nuevas
Estar en la casa de Dios siempre es una bendición, y mi corazón se llena de gratitud al reflexionar sobre los caminos en que Dios nos ha guiado y bendecido. Mi esposa y yo tenemos una profunda conexión con esta iglesia, ya que es aquí donde comenzamos a servir hace muchos años. Conocí a mi esposa cuando servía cuidando la puerta en un ministerio hispano, y desde entonces nuestra vida ha estado dedicada a llevar las buenas nuevas a todos los rincones posibles.
La Urgencia de Compartir
En el libro de 2 Reyes, encontramos una historia poderosa sobre cuatro leprosos que se enfrentaron a una decisión crucial. Estaban en una situación desesperada, sin comida y sin opciones claras. Reflexionaron: "Si nos quedamos aquí, moriremos". Decidieron entonces ir al campamento de los sirios, buscando misericordia. Para su sorpresa, encontraron un campamento abandonado, lleno de comida, riquezas y provisiones. Mientras disfrutaban de las bendiciones inesperadas, llegaron a una realización importante: "No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas y nosotros callamos".
Esta declaración resuena profundamente con nosotros como cristianos. Hemos sido bendecidos con el pan de vida y el agua viva que es Jesucristo. ¿Cómo podemos quedarnos callados mientras otros perecen en hambre espiritual?
El Hambre Espiritual en el Mundo
La Biblia predice en Amós 8:11-12 que vendrá un día de hambre, no de pan, sino de escuchar la palabra de Dios. Hoy, vivimos el cumplimiento de esta profecía. Hay millones de personas que nunca han escuchado el evangelio, y otras tantas que buscan desesperadamente respuestas en medio de un mundo lleno de incertidumbre.
Durante un viaje misionero, visité un país donde compartir el evangelio era ilegal. A pesar de los riesgos, vimos cómo cientos de personas aceptaban a Cristo con corazones abiertos. La necesidad espiritual es real, y el hambre por la verdad es más profunda de lo que imaginamos.
La Comparación con el Pan y el Agua
Jesús mismo dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). El evangelio es el alimento que satisface el alma y el agua que da vida eterna. Como cristianos, hemos sido llamados a ser ríos de agua viva para un mundo sediento.
En una ocasión, mientras compartíamos folletos en México, una mujer inicialmente rechazó el mensaje con enojo. Sin embargo, después de una breve conversación, su corazón se abrió al evangelio y aceptó a Cristo como su Salvador. Esta experiencia subraya la importancia de perseverar y continuar ofreciendo el mensaje, incluso cuando enfrentamos rechazo.
La Responsabilidad del Cristiano
El evangelio no es algo que debemos guardar para nosotros mismos. Como los leprosos en la historia de 2 Reyes, tenemos una responsabilidad de compartir las buenas nuevas. Si callamos, no solo fallamos en nuestra misión, sino que también enfrentamos la corrección divina. Dios espera que seamos hacedores de la palabra y luz para el mundo.
En Apocalipsis 22:17, se extiende una invitación universal: “El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. Esta invitación no tiene fronteras, y como embajadores de Cristo, debemos llevarla a todos.
Historias de Transformación
He sido testigo de milagros espirituales en todas partes. En India, miles de personas aceptaron el evangelio a pesar de la persecución. En México, nuestra iglesia bautizó a más de 16,000 personas en un año, demostrando que cuando compartimos el evangelio con fe, Dios multiplica los frutos.
Un ejemplo memorable fue un hombre que encontré mientras tocaba puertas. Aunque inicialmente estaba lejos de Dios, su corazón estaba preparado para recibir el mensaje. Al aceptar a Cristo, su vida cambió radicalmente, y ahora es un testimonio viviente de la gracia de Dios.
Conclusión
“De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo y perder su alma” (Marcos 8:36). Este versículo encapsula la prioridad de nuestra misión. La salvación de las almas es más valiosa que cualquier tesoro terrenal. Como iglesia y como individuos, debemos comprometernos a llevar el pan de vida y el agua viva a todos los que nos rodean.
Dios nos ha bendecido con una abundancia de recursos espirituales. Ahora es nuestro turno de compartir estas bendiciones con un mundo hambriento. No nos quedemos callados. Hoy es día de buenas nuevas. Vamos y proclamemos el mensaje de salvación con valentía y amor.