En algún momento a partir de nuestra salvación y poco antes o poco después de ser bautizados, Dios nos dio a cada uno de nosotros un don espiritual que Él espera que usemos para Su honra y gloria.

Y Pablo escribe a los corintios que no quiere que ignoren acerca de los dones espirituales. ¡Qué fácil es llegar a vivir la vida Cristiana ignorando de tantas cosas buenas que Dios nos ha dado para ayudarnos a vivir esta vida!

Se nos ofrece la oración, la gracia, la paciencia y tantas cosas más que muchas veces ignoramos. Si las aprovecháramos, la vida Cristiana no sería una carga, sería un deleite.

¿Usted conoce a Cristianos que parece que todo en la vida Cristiana “se les da”? No batallan con las cosas que tú batallas. ¿Será porque no tienen problemas? Claro que tienen problemas, pero están aprovechando la gracia de Dios para poder enfrentar sus problemas.

Con los dones espirituales, no es diferente. Algunos Cristianos, parecen que están nadando en contra de la corriente. Da la impresión de que nunca avanzan. Se esfuerzan sin lograr. Se afanan sin alcanzar.

¿Es porque son personas malas? Pues, todos somos pecadores, pero no creo que sea eso. ¿Es porque no aman a Dios? Lo dudo. Creo que los únicos que no aman a Dios son los que no conocen a Dios. Creo que aman a Dios.

Posiblemente, si Usted está batallando para lograr triunfo en su vida Cristiana, es porque ignora acerca de las cosas que Dios nos da para pelear la buena batalla de la fe.

Ahora, podríamos hablar de tantas herramientas que Dios nos da. Podríamos hablar de la armadura de Dios. Sin duda, es importante ceñir los lomos con la verdad y vestirnos con la coraza de justicia y calzar los pies con el apresto del evangelio de la paz y tomar el escudo de la fe  y el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios.

Podríamos hablar del fruto del Espíritu que dan dulzura a nuestro vivir Cristiano — el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza — fruto que se manifiesta cuando desechamos las obras de la carne.

Hay tantas cosas de las cuales podríamos hablar, en su momento, que nos posibilitan la vida Cristiana. Pero creo que hay pocos elementos contribuyentes tan prácticos para la vida del Cristiano que los dones espirituales.

Prácticos, porque se usan en todas nuestras interacciones humanas, se emplean en cada conversación, se disponen en cada encuentro y se pueden aprovechar en cada ministerio.

Sin embargo, muchos Cristianos, en primer lugar, no saben cuál es su don espiritual, y en segundo lugar, si saben cuál es su don espiritual, no lo aprovechan.

Ahora, hay tres tipos o clasificaciones de dones espirituales.

Hay dones de manifestación del Espíritu. Estos son los dones que se mencionan en el pasaje que leímos. En otro mensaje veremos porqué no todos estos dones siguen vigentes.

Luego, hay dones ministeriales. Estos son el don del apostolado, el don de ser profeta, el don de ser evangelista, el don de ser pastor y el don de ser maestro. Estos dones son dados a hombres que se ocupan en estos oficios en el ministerio.

La tercera clasificación de dones son de los que cada Cristiano tiene uno. Se nos mencionan en Romanos 12. Mire Romanos 12:6-8 “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.”

Estos son dones motivacionales. Son habilidades especiales que Dios reparte a los Cristianos con la intención de que los usen para confortarnos mutuamente.

Son siete dones: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, dar, administración y misericordia. Y estos siete dones, juntamente y de manera especial con los dones de manifestación del Espíritu y con los dones del ministerio, se nos reparten a los miembros de la iglesia para llevar a cabo nuestras operaciones diversas en armonía.

Ahora, hablando de manera muy práctica, el que tiene el don de la profecía, probablemente aprovecharía su don predicando, o enseñando o siendo consejero. Es una persona que tiene la habilidad de observar una situación, entender la situación y dar sabia dirección dentro de esa situación.

El que tiene el don de servicio, estará feliz ayudando en casi cualquier ministerio — ujier, obrera de cuna, obrero de ruta — es la clase de persona que no requiere una posición de liderazgo para sentirse realizada.

El que tiene el don de enseñanza es el que disfruta estar frente a una clase de niños, jóvenes o adultos. Tiene la capacidad de sacar 20 lecciones de Juan 3:16. Disfruta estudiar y exponer las verdades de la palabra de Dios.

El que tiene el don de exhortación, tiene el corazón de consejero, le gusta trabajar con los niños como obrero de culto infantil o con los jóvenes. Dios le ha dado la capacidad de escuchar los problemas de los demás y decirles en que están mal y que pueden hacer para mejorar sus vidas.

El que tiene el don de dar, siempre esta buscando una necesidad que suplir. Es la clase de persona que siempre se compromete con cualquier ofrenda especial — si es para la construcción, se compromete; si es para el terreno, se compromete; si es para las rutas, se compromete; si es para misiones, se compromete. No está a gusto si no da y da y da hasta que se quede sin nada.

El que tiene el don de presidir o administrar, es la clase de persona que tiene una mente fríamente analítica. Puede ver una situación en la iglesia y saber si está bien o mal y tiene la solución. Sabe tomar en sus manos los recursos que Dios le ha dado y hacer muchas cosas con esos recursos. Disfruta un desafío administrativo.

El que tiene el don de misericordia, la mayoría del tiempo piensa en otros. Sus necesidades tienen un segundo lugar tras lo que otros requieren. Es una persona sinceramente compasiva e interesada en los quebrantos y apuros de otros. Le gusta convertir el lloro de otro en sonrisa y si no lo logra, cuando menos, se sienta a acompañarles en su llorar.

A lo mejor, Usted se identifica en uno de estos dones espirituales. A lo mejor dice: “ese soy yo”. “Yo soy siervo. Yo soy exhortador. Yo soy dadivoso. Yo soy misericordioso”.

Ahora, hay algunos peligros que vienen cuando ignoramos de los dones espirituales. En primer lugar, los dones espirituales se pueden descuidar.

Mire 1 Timoteo 4:13-16 “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.”

Pablo le dice algunas cosas claves a Timoteo en relación a su don espiritual. En primer lugar de importancia, le dice en el vs 14: “no descuides el don que hay en ti”. Ahora, este no es el don de la salvación. Es uno de los dones espirituales.

Timoteo, probablemente tuvo el don de la exhortación o el don de la enseñanza — aunque el don de la exhortación es útil en la enseñanza y el don de la enseñanza es necesario para exhortar. Pero Pablo de dice: “no lo descuides”.

En los vs. 13 y 15, dice dos veces: “ocúpate”. Hermano, si no nos ocupamos nuestros dones en el ministerio, consolándonos mutuamente, nuestros dones se descuidan y disminuyen su intensidad.

Un predicador que no estudia y se prepara y predica, va perdiendo su efectividad para predicar.

Un siervo que no se ocupa en servir a otros, preparando el lugar para el culto, repartiendo sobres de diezmo, cambiando pañales en la cuna, dando promoción en la ruta, pierde su efectividad para servir.

Un maestro que no se ocupa en leer y estudiar e impartir clases, pierde su efectividad para enseñar.

Un consejero que no se ocupa en exhortar y corregir y ayudar espiritualmente a otros, pierde su efectividad para exhortar.

Una persona generosa que no se ocupa en repartir los bienes que Dios le ha dado, pierde su efectividad para dar.

Un administrador que no se ocupa en solucionar problemas y organizar proyectos en la iglesia, pierde su efectividad para presidir.

Un alentador que no se ocupa en hacer misericordia a los dolidos o quebrantados, pierde su efectividad para confortar.

¿Si me explico? No hay que descuidar el don que se nos ha dado o corremos el riesgo de perder la efectividad de ese don.

Por eso hay gente que antes hacían y ahora ya no hacen. Algo pasó. En algún momento se enfriaron. Dejaron de ocuparse en su don. Descuidaron el don y ahora batallan para volver a arrancar.

En el vs 15, Pablo le dice a Timoteo: “ocupate en estas cosas; permanece en ellas…” ¿Entiende el valor de simplemente permanecer?

“Pastor, no hay nada que hacer." Permanezca.
“Es difícil.” Permanezca.
“Me cuesta mucho.” Permanezca.
“No tengo ganas.” Permanezca.
“Estoy envejeciendo.” Permanezca.
“Tengo otras responsabilidades.” Permanezca.
“Es que no me llevo con otros.” Permanezca.

Hermano, una piedra puede permanecer. Un muerto puede permanecer. Una mula terca puede permanecer.

Usted también puede permanecer. No descuide el don espiritual. Ocúpese en su don espiritual y permanezca en donde Dios le haya puesto para ejercer su don espiritual.

Luego, Pablo le dice a Timoteo en el vs. 16 “Ten cuidado de ti mismo…” En otras palabras, pon atención a ti mismo. Atiende tus propias necesidades espirituales de vez en cuando.

En la iglesia y en el ministerio es tan fácil ocuparnos tanto por las necesidades de los demás que no tenemos cuidado de nosotros mismos.

Hermano, tiene que haber un equilibrio. Algunos de ustedes están tan ocupados en lo de los demás que no se dan tiempo para ustedes mismos. Todos necesitamos reposo espiritual de vez en cuando. Todos necesitamos alimentarnos espiritualmente de vez en cuando.

Me preocupa una persona que esta tan ocupada en tantos ministerios de la iglesia que no entran a una predicación. Siempre están afuera, en otro culto, atendiendo otras cosas. Todos necesitamos predicación. Yo necesito predicación.

Ten cuidado de ti mismo. Si no tiene cuidado de si mismo, se va a agotar. Una vela no se puede encender por los dos extremos. Tarde o temprano ya no va a dar luz. Algunos de ustedes necesitan sentarse con su familia en cuando menos un culto a la semana a escuchar predicación. No es que mi predicación sea tan buena, pero todos necesitamos ser alimentados.

Ten cuidado de ti mismo. En otras palabras toma nota de ti mismo. Pablo está diciendo necesitas detenerte con algo de frecuencia y asegurarte de ser todo lo que debes ser. Necesitas evaluar tu vida personal, tu andar con Dios, tu familia, tus emociones.

Ocúpate, no descuides, permanece, pero también deténte y descansa y fortalécete y aliméntate y toma nota de ti mismo.

Si descuidamos nuestro don espiritual, perdemos el provecho.

Si no nos ocupamos en nuestro don espiritual, perdemos la efectividad.

Si no permanecemos en nuestro don espiritual, nos hacemos insensibles.

Si no tenemos cuidado de nosotros mismos, podemos agotarnos.

Luego dice en el vs. 16 “persiste en ello”. Persistir no es lo mismo que permanecer. Permanecer implica no moverte. Eso es bueno. Pero estancarte no es bueno. Persistir es continuar. Es crecer. Es aprender. Es mejorarte. Es sacarle filo al hacha. Es profundizarse.

Persistir habla de crecimiento natural y estable. No es correr. No es acelerarse. Es tomar el siguiente paso cuando sea el momento oportuno hacerlo.

Es seguir aprendiendo de Dios, de las cosas que Dios me ha dado para hacer mas agradable mi vida Cristiana e implementar lo que aprendo para seguir adelante.

Tú tienes un don espiritual que Dios espera que uses para consolar a tus hermanos en Cristo — para servir dentro del cuerpo de Cristo en un ministerio, en una operación, especifica.

Necesitas descubrir cuál es ese don. Una buena manera de descubrir cual es tu don es ocupándote en servir a Dios en la iglesia. Con el tiempo, el Espíritu Santo revelará cual es esa habilidad especial que el te ha dado.

Luego necesitas ejercer ese don – ejercitarlo, entrenarlo, formarlo y fortalecerlo. Si no, corres el riesgo de perder su efectividad y llegará a ser un Cristiano que “soporta la vida Cristiana”, sufre sirviendo a Dios, tolera el ministerio, aguanta la obra de Dios.

Dios no espera que ninguno de nosotros vivamos de esa manera. Por eso es tan importante esto.

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