Dando y Recibiendo

Miércoles, 2 de noviembre del 2022 — Pastor Jonathan Ashcraft predica de Malaquias 3:7-12. Nos presenta la intención de Dios en el asunto de dar y recibir en relación a nuestros diezmos y ofrendas y nos recuerda de la gran bendición que es ser parte de la economía de Dios.   

Escucha el Podcast

〰️

Escucha el Podcast 〰️

Suscríbase al Podcast de Predicación en Apple Podcasts, Google Podcasts, Spotify, Stitcher, Amazon Music, TuneIn, iHeart Radio y otros servicios.

También nos puede encontrar en Youtube.


Malaquías 3:7-12 (Reina-Valera 1960)

Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. 12 Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

Introducción

Jesus quiere que el sacrificio efectuado en la cruz del Calvario se aplique al alma de cada ser viviente. Él quiere que el evangelio – las buenas nuevas – de su muerte y resurrección se predique en cada rincón del planeta. Esta es la Gran Comisión.

Jesus nos manda a cada creyente a ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. El quiere que se logre este objetivo simultáneamente. Algunos predicadores se equivocan y dicen que primero tienen que alcanzar “su Jerusalén” (la ciudad en que se encuentran), y luego tienen que alcanzar “su Judea” (el estado), y luego “su Samaria” (ir un poco mas allá de su localidad) y luego, después de haber logrado esto, ir al resto del mundo.

Eso no es lo que Jesus está diciendo. Él dijo: “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, Y hasta lo último de la tierra” – al mismo tiempo.

Ahora, no se necesita ser muy inteligente para entender que uno solo no puede estar en todos estos lugares al mismo tiempo. Unos tienen que hacer la obra en donde se encuentran y mandar a otros a evangelizar otras regiones al mismo tiempo.

Ahora, esto es un concepto que se ha practicado y comprobado en el pasado. La Biblia nos dice que la primera generación de creyentes después de Cristo lograron este objetivo. Evangelizaron su localidad y enviaron misioneros, literalmente, a todo el mundo conocido. De hecho, hay historias (no comprobadas, pero historias sin embargo) que dicen que algunos misioneros llegaron a las Américas durante el segundo siglo después de Cristo con el mensaje del evangelio. No sé si es cierto, pero me gustaría pensar que lo es.

El asunto es que este es un método comprobado. ¿Entonces, por qué no lo hacemos hoy en día? Hoy, las iglesias locales, iglesias del Nuevo Testamento cuentan con cientos de veces más miembros que la primera iglesia. Nuestra iglesia tiene una asistencia promedio de dos veces mas personas que hubo en el día de Pentecostés cuando 3000 hombres fueron bautizados y añadidos a la iglesia.

¿Por qué no empleamos el mismo método para alcanzar al mundo perdido para Cristo que usaron los cristianos del primer siglo?

¿Por qué no podemos trastornar el mundo conocido con el evangelio como lo hicieron la iglesia y los misioneros del primer siglo? Una palabra, “Tradiciones”.

El pasaje que acabamos de leer es una conversación entre Dios y el pueblo de Israel. Dios acusa a Israel de olvidarse de Él y abandonar las tradiciones impuestas por la Palabra de Dios. Jehová Dios había enseñado a los padres de esta generación de Judíos a vivir de acuerdo a ciertas leyes. Estas leyes fueron olvidadas y abandonadas por la generación presente y Dios, Jehová de los ejércitos, les reprende por su negligencia.

Ellos habían formado sus propias tradiciones y costumbres que iban en contra de la ley de Dios.

Dios espera que sus hijos, tanto los hijos de Israel en el Antiguo Testamento, como sus hijos adoptados por la sangre de Cristo en el Nuevo Testamento, obedezcamos sus mandamientos. Espera esto, no para oprimirnos, no para acertar su poder sobre nosotros y mucho menos para robarnos de alguna felicidad o bendición.

Entienda que Dios quiere lo mejor para Sus hijos. Si tu eres hijo de Dios, si eres salvo, Dios quiere lo mejor para ti. Cristo dijo: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia.” Nada hace mas feliz a Dios que cuando Sus hijos son bendecidos a causa de su obediencia a Sus mandamientos. Nada hace mas triste a Dios que cuando sus hijos sufren a causa de su desobediencia a sus leyes.

El problema es que nosotros mal entendemos las intenciones de Dios. Pensamos que sus leyes están para oprimirnos y sus mandamientos existen para limitarnos. Esta generación de Judios en Malaquías 3 le pregunta a Dios “¿En qué hemos de volvernos?” “Esta bien, nos hemos olvidado de tus leyes. Recuérdanos de lo que debemos estar haciendo.”

Es interesante lo que Dios les recuerda. Pudo haberles dicho cualquier otra cosa. Pudo haberles dicho que habían olvidado hablar a los otros pueblos de la tierra del Dios vivo y verdadero. Pudo haberles reprendido por su falta de adoración en el templo. Pudo haberles recordado de guardar el séptimo día. Hubo muchas cosas que habían olvidado a estas alturas, pero lo que Dios escogió para recordarles es sorprendente.

Dios les recordó de sus diezmos. Dios sabe que el dinero es un testigo en la vida del hombre y la mujer. Nuestra actitud hacia el dinero es una indicación de nuestra actitud en general y especialmente, nuestra actitud hacia Dios.

Jehová de los Ejércitos, contesta su pregunta con una pregunta. Así como Jesus lo hacia en los evangelios con los fariseos. El Jehová del Antiguo Testamento es el Cristo del Nuevo Testamento. Son la misma persona. Es Dios. Es su misma naturaleza y espera lo mismo de nosotros.

Ellos preguntan, ¿En qué volveremos a ti? ¿Qué tradiciones hemos olvidado? Créalo o no, por más poderosa que es la Palabra de Dios, hay una cosa en nuestras vidas que es más poderosa… la tradición.

La tradición en sí no son malas, pero practicar tradiciones que van en contra de la Palabra de Dios es malo. Por ejemplo, la tradición del bautismo de los bebes, no salva. El bautismo mismo no salva. La tradición de orar a la virgen de Guadalupe y a san Jorge martir, no salva. La tradición de recibir la ostia y el vino, no salva. Todas estas cosas son tradiciones, no hay base bíblica para estas tradiciones y ninguna de ellas salva y si confías en una de ellas para salvación irás al infierno porque el único que salva es Cristo.

La religión es una tradición. Si tú practicas una religión porque tus padres practicaban una religión, no eres salvo, eres tradicional. ¡Si ir a la iglesia te convierte en salvo entonces ir a los tacos leal te convertirá en mesero! No eres salvo por lo que tu haces. Eres salvo por gracia por medio de la fe en lo que Cristo hizo hace 2,000 años en la cruz del Calvario. Eso no es tradición es fe.

Fe en Cristo te lleva al cielo. Practicar la tradición te manda al infierno. Fe en Cristo ha llevado a millones al cielo, la tradición ha condenado a millones al infierno.

Dios es poderoso y quiere darte poder, pero lo único que te robará del poder que Dios quiere darte son tus tradiciones. “¿En qué hemos de volver a ti?” Pregunta esta generación de Judíos. Interesante lo que Dios le recuerda…

“¿Robará el hombre a Dios?” Robar no es hurtar. Si Usted llega a casa y se da cuenta de que alguien se metió por una ventana y se llevo tus pertenencias y llamas a la policía y les dices que alguien entro a robar, no estas usando la terminología correcta. En realidad, hurtaron. Pero si llegas a tu casa y abres la puerta y alguien te secuestra y pone una pistola en tu frente y te dice que les des todo lo que tienes o te van a matar, eso es robar.

Dios está diciendo que esta generación ha entrado a su casa, le han puesto una daga en la garganta y se han llevado lo que es de Él.

“¿En qué te hemos robado?” preguntan sorprendidos. ¿Qué pertenencia te hemos quitado a la fuerza? ¿Para qué cosa te hemos amenazado con muerte? Dios dice claramente y sin vacilación: “En vuestros diezmos y ofrendas.”

Dios está diciendo que porque ellos se quedaron con lo que, por derecho, es de Él, ellos le han robado como uno que amenaza con muerte para despojar a otro de lo que le pertenece. Es exactamente lo que hace el Cristiano cuando no da su diezmo y ofrenda.

¿Por qué no podemos alcanzar al mundo con el mensaje del evangelio? Porque no tenemos la costumbre de diezmar y ofrendar. Hemos robado a Dios para dar a nuestras tradiciones. Hemos robado de la casa de Dios para construir nuestras propias casas. Hemos amenazado el cuerpo de Cristo con muerte para robarle lo que le pertenece.

Cuando uno roba los diezmos y ofrendas está poniendo un cuchillo al corazón del cuerpo de Cristo. Está dañando el cuerpo de Cristo. Esta agrediendo a la iglesia. Hay iglesias que han cerrado sus puertas por miembros que roban los diezmos y ofrendas. Hay iglesias que ya no tienen rutas por miembros qué roban los diezmos y ofrendas. Hay iglesias que ya no sostienen misioneros por miembros que roban los diezmos y ofrendas.

Cuando Usted roba a Dios está amenazando a la iglesia, el cuerpo físico de Cristo, con muerte.

Por eso no estamos alcanzando al mundo para Cristo, porque hay miembros de la iglesia que roban a Dios. Sus tradiciones los han apartado de Dios. En otras palabras, sus costumbres les ha hecho pecar en contra de Dios.

En vez de acostumbrar diezmar y ofrendar, acostumbran gastar y desperdiciar.
En vez de dar a Dios, dan a Coppel y Famsa y Walmart.
En vez de pagar sus diezmos, pagan su tarjeta de credito.
En vez de traer los diezmos al alfolí para que haya alimento en Su casa, traen a su familia a los Generales y se llenan de grasa.
En vez de dar ofrendo misionera promesa de fe, pagan cablevisión, telcel y CFE.

Hermano, recuerde que Dios quiere que obedezcas para que puedas ser bendecido. No espera recibir su Diezmo y sus ofrendas para que seas pobre. Quiere que lo hagas para darte cuenta de lo que tienes.

Dios quiere que des mas para que puedas recibir mas. Él dijo: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.”

Entre mas das, mas se te dará. No puedes darle mas a Dios de lo que el te puede dar. El espera que le des el 10% que le corresponde y las ofrendas que vienen por causa de tu amor a el y que tu te quedes con el 80% u 85%. El espera que pagues $1 por cada $10 que te Day que le regales $.50 o $1 por cada $10 que te da simplemente porque le amas.

Son “DIEZMOS Y OFRENDAS”. Es diezmo por obediencia y ofrenda por amor.
Es diezmo por obediencia y ofrenda misionera promesa de fe por amor.
Es diezmo por obediencia y ofrenda de construcción por amor.
Es diezmo por obediencia y ofrenda instituto por amor.
Es diezmo por obediencia y ofrenda de rutas por amor.

Es simple. Obedece a Dios y ámalo. Obedécele con tu diezmo y ámale con tu ofrenda. Cristo dijo en Mateo 22:37 “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” 1 Juan 5:3 dice “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.”

No es difícil obedecer a Dios. Lo que es difícil es cambiar nuestras costumbres. Lo que es difícil es “descuidar” nuestros gustos y nuestros deseos para agradar a Dios. Lo que es difícil es reformar nuestra naturaleza ladrona y dejar de robar a Dios.

Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Lo mejor para nosotros es no robar. Es obedecer. Es ser honestos y amar a Dios. No podemos amar a nuestro Padre celestial y amar las cosas de este mundo.

1 Juan 2:15 dice claramente: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”

Si amas “las cosas que están en el mundo” son los productos del mundo. Es el plástico y el fierro y el barro que compone las cosas que este mundo produce. No podemos amar esas cosas y amar al Padre al mismo tiempo. Es imposible.

Cristo dijo en Mateo 6:24: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

No puedes vivir para el dinero y para Dios. Tu felicidad no puede depender de lo que el mundo ofrece y de lo que Dios ofrece. Vas a servir a uno o al otro. Vas a amar a uno o al otro. Y el que abandones por servir al otro es el que desprecias. Si abandonas a Dios para servir a las riquezas, estas despreciando a Dios.

Es interesante que Cristo use la expresión “servir” a Dios y a las riquezas, porque la verdad es que cuando uno no vive por Dios, está sirviendo a las riquezas. ¿Has escuchado la expresión: “Eres siervo de lo que amas”? Es verdad. Vas a ser el siervo, el esclavo de las cosas que amas.

Dios quiere lo que es mejor para ti. El no quiere que seas maldito. No quiere que trabajes e hiles para hacer tesoros en la tierra en donde el ladran hurta y el orín corrompe. Quiere que hagas tesoros en los cielos. Quiere que lo que hagas para Cristo cuente.

Esta es la única ocasión en la Biblia en que Dios nos invita a probarle. Dios está diciendo “Rétame, a ver si no tengo razón. Inténtalo, da tus diezmos y ofrendas fielmente y regularmente y verás sin no abro las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Dios está diciendo dos cosas:

(1) Está diciendo que te dará tanta bendición que no sabrás quehacer con lo que te dará. Sobreabundarán las bendiciones. No sabrás en qué gastar el dinero.

(2) Las ventanas de una casa sirven para poder ver. La Biblia dice que los ojos son la ventana al corazón. Dios está diciendo que el abrirá las ventanas de los cielos para que puedas ver lo que hay allí. Podrás entender su Palabra como nunca antes. Podrás entender su voluntad como no creías ser posible. Podrás ver tu vida a través de la perspectiva de Dios. Te dará sabiduría para criar a tus hijos. Te dará conocimiento para manejar los asuntos de tu casa. Te dará éxito en tu negocio. Simplemente estoy diciendo que las ventanas de los cielos están abiertas a los hijos de Dios que no roban el diezmo y las ofrendas.

No solamente eso, sino que Dios nos invita a retarlo a ver si no reprende al devorador. El devorador es el doctor, el abogado, el mecánico, el fumigador, el agente de seguro, el policía, el cobrador de impuestos, el contador, el plomero, el electricista – el devorador es cualquier que te quita el dinero que has ganado. Es cualquiera que te irrita tener que ver.

Dios nos invita a retarle a ver si no nos bendice mas allá de nuestra imaginación. ¿Por qué no lo haces? Dile a Dios en esta mañana: “Señor, te voy a poner a prueba.”

Ahora, no se trata de pagar tu diezmo y ofrendar una semana. Recuerda que Dios les llama la atención por sus tradiciones, sus costumbres. Diezmar y ofrendar tiene que ser una costumbre. Tiene que ser parte de tu vida. Muchos tienen la costumbre de venir a la iglesia, pero no tienen la costumbre de diezmar y ofrendar. Tienen la costumbre de ganar almas, pero no tienen la costumbre de diezmar y ofrendar.

¿Por qué no dices: “Señor, te pongo a prueba. Voy a cambiar mis costumbres. Veremos si es cierto que vendrán bendiciones y si disminuyen mis gastos imprevistos. Veremos si habrá sabiduría de lo alto y una perspectiva nueva de mi vida”?

Te sorprenderás lo que Dios hará.

Si cada miembro de esta iglesia diezmara y ofrendara fielmente, esta iglesia crecería. Sin falta, sostendríamos a, por lo menos un misionero en cada país del mundo. Pero nuestras tradiciones, nuestras costumbres nos impiden. La Biblia dice: “Sean vuestras costumbres sin avaricia,”

Prueba a Dios a ver si no hace grandes cosas en tu vida y en el mundo.

Comment