Job 9:1-4
Es maravilloso cómo Dios puede tomar una simple pregunta y predicar un sermón entero. ¡Qué pregunta! ¿Quién se endureció contra él, y le fue bien? La respuesta es obvia: ¡NADIE!
Es difícil entender cómo o por qué alguien se “endurecería” contra Dios. Es triste cómo la gente se endurece contra Dios. ¿Qué es endurecerse? Es resistir. El concreto se endurece para que resista. Es fijar una posición. En este sentido, es decidir antes de contemplar. Es predisponerse. Es prejuicio. Es lo que hace un adolescente rebelde cuando su papá le habla. No importa para qué le habla - puede ser para cenar - pero el muchacho está “predispuesto” a resistir. Eso es endurecerse. Se rebela.
El endurecimiento es insensibilidad - indiferencia. Es no ser tocado por las insistencias de Dios. Es estar en un culto en que Dios está obrando, y no sentir nada. Es no sentir compasión para los perdidos. Es falta de sensibilidad para un mundo que se está muriendo y yendo al infierno. Es resistir los intentos de Dios de acercarnos a Él.
Nota que no dice, “¿Quién se endureció contra lo que él quería...” NO. Es contra él. El hombre no resiste la religión. El hombre es religioso. La resistencia es contra Él. Es contra Dios. Es personal.
¿Y quién se endureció contra él, y le fue bien?
Faraón se endureció, y no le fue bien.
Jonás se endureció, y no le fue bien.
Esaú se endureció, y no le fue bien.
Judas se endureció, y no le fue bien.
Israel se endureció, y no le fue bien.
El hijo pródigo se endureció, y no le fue bien.
Herodes se endureció, y no le fue bien.
Dime, cristiano rebelde, ¿te va bien?
Dime, predicador desocupado, ¿te va bien?
Dime, tú que has sido llamado, pero no estás haciendo nada, ¿te va bien? ¿Duermes bien de noche?
Dime, hijo desobediente, ¿te va bien?
Dime, esposo infiel, ¿te va bien?
Dime, esposa rebelde, ¿te va bien?
Dime, tú que antes servías a Dios, ¿te va bien?
Dime, tú que antes ganabas almas, ¿te va bien?
Dime, tú que antes diezmabas, ¿te va bien?
Dime, estudiante que le sacas la vuelta a las reglas, ¿te va bien?
Pregúntales a los estudiantes expulsados de un Instituto Bíblico si les va bien.
Pregúntales a los que se rajaron a ver si les va bien.
Dime, tú que te escondes para hacer de las tuyas, ¿te va bien?
Dime, tú que no no honras a Dios con tus diezmos, ¿te va bien?
Dime, tú que no pones tu Ofrenda Misionera, ¿te va bien?
Andale. Levántate. Testifícanos.
Dinos, muchacha que vives una vida impura, que te vistes de una forma en la iglesia y en la casa, y de otra forma en la escuela y en la calle, ¿te va bien?
Dinos, quiero saber - cristiano de dos caras, que eres uno en la iglesia, delante de los ‘hermanos’, y otro delante de tus “amigos”, ¿te va bien?
Dinos, queremos saber - tú que te fuiste de una buena iglesia ganadora de almas a una iglesia donde no hay nada de presión, ¿cómo te va?
Dinos, tú que te fuiste de una iglesia que predica duro, para encontrar una que te puede “alimentar”, ¿cómo te va?
Dínos, tú que maldices esta Biblia que tengo en mi mano, que es la palabra inspirada, preservada de Dios para esta generación, ¿te va bien?
Dinos, tú que pretendes estar actualizando la palabra eterna y viva de Dios, que para siempre permanece en los cielos, ¿te va bien?
Dinos, tú que CREES lo que acabo de decir acerca de la Biblia, pero no has pasado cinco minutos leyendo esta Biblia en la semana pasada, ¿te va bien?
Dinos, tú que gritas y golpeas la Biblia en el culto, delante de tus otros amigos escandalosos, pero nunca te detienes para hablar con tu Padre Celestial, y exponer tus peticiones ante él, ¿te va bien?
Dinos, muchacha que estás quebrantando el corazón de tus padres citando con ese muchacho inconverso o mundano - ¿cómo te va? ¿Qué tal duermes de noche?
¿Sabe? Hay algo que no entiendo. Hay muchachas que tienen miedo de que sus padres descubran cómo es su novio. Lo protegen. ¿Por qué? Tus padres son tus mejores amigos - no ese chavo que está tratando de ganarte el afecto.
Ahora, lo triste es que el endurecido no SABE que no le va bien. Para cuando sepa que le va mal, a veces es demasiado tarde para cambiar.
El mismo endurecimiento - la falta de sensibilidad, crea una resistencia que repele los intentos del Espíritu Santo de convencerle de su mismo endurecimiento.
I Timoteo 4:1-4: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad...”
Marcos 8:17-18: “Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? 18 Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?”
El peligro de endurecer el corazón contra Dios es que el mismo endurecimiento nos hace inconscientes de la dureza de corazón que tenemos. El primer paso hacia el regreso a Dios es reconocer que estás alejado de Dios.
El pasaje clásico acerca del endurecimiento, me supongo, es Heb 3:8, 15 y 4:7. “No endurezcáis vuestros corazones como en la provocación...”
¿Cómo llega uno a tener un corazón endurecido?
Normalmente es el mismo proceso que nos lleva a cualquier otra condición que nos aleja de Dios.
1. Distracción - un cambio de vida, casa, trabajo, casarse, nuevo bebé. Me preocupa cuando veo a alguien dejar que algo o alguien más le quite de las cosas de Dios. Normalmente no prospera.
2. Descuido. Faltas un miércoles en la noche. O faltas a un programa de ganar almas. No sucedió nada. Y piensas que todo está bien.
3. Desilusión. Las cosas no son como contemplabas. Llegan estudiantes a Monte Hebrón pensando que ya la hicieron. Alguien más les platicó de lo bonito que es vivir aquí. Pero no les contaron de los problemas.
Algún líder te trató como piensas que no debía. Te decepcionas con los que debemos ser “buenos cristianos”.
4. Desánimo. No estás teniendo el resultado que pensabas, o que está teniendo otro. Cometes el error de compararte con otro y no llegas a su medida.
Nadie está excento. El evangelista más ferviente puede ser el cristiano frio de mañana.
El misionero más dedicado de hoy puede ser el fracasado de mañana.
El estudiante más sincero puede endurecerse.
El ganador de almas más ferviente puede enfriarse.
Demasiados han pasado por ese proceso.