Mateo 6:9-13

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Introducción

La oración es interesante. Es una bendición, pero a la vez es una carga. Es un gozo, pero a la vez es difícil. 

La oración, debería de ser algo que el Cristiano anhela, sin embargo, frecuentemente es algo que el Cristiano evita. 

No oramos. Hay muchas razones por las que no oramos.

No oramos porque no entendemos la oración.

No oramos porque no reconocemos el poder de la oración.

No oramos porque no apreciamos nuestro lugar en la oración. 

Ahora, nunca vamos a entender por completo la oración, sin embargo, se nos ha invitado a orar. 

Nunca vamos a reconocer completamente el poder de la oración, sin embargo, el Dios de la oración es un Dios poderoso. 

Nunca vamos a apreciar nuestro lugar en la oración, sin embargo, tenemos un lugar. 

Si pudiéramos acercarnos un poco mas a entender, reconocer y apreciar la oración, quizás mas Cristianos oraríamos. Quizás oraríamos mas de lo que oramos. 

Nunca vamos a tener la perspectiva De Dios de la oración, pero si podemos abordar la oración de acuerdo a la perspectiva que Dios nos ha dado a nosotros.

En nuestro texto, nos ubicamos a nosotros mismos como hijos De Dios, devotos, súbditos, siervos, dependientes y pecadores. Quiero tomar unos minutos con cada una de estas perspectivas. 

I. Los Creyentes somos hijos De Dios. v 9

Jesus le enseña a sus discípulos a dirigirse al Padre celestial. Les manda: “Vosotros, pues oraréis así: Padre nuestro…” 

Primer, tenemos que entender que Dios es nuestro padre. El momento en que fuiste salvo, tu fuiste adoptado en la familia de Dios. 

Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

Gracias a Dios, no servimos a un tirano. No servimos a un dios de odio ni de guerra ni de muerte. Servimos a un Dios que ha decidido adoptarnos como a hijos. Cuando entendemos esto, podemos acercarnos con mas confianza delante De Dios. El es tu padre. Puedes tener la misma confianza con tu Dios que un niño pequeño tiene con su padre. 

II. Los Creyentes somos devotos. v 9

Jesus continúa enseñándonos a orar. Aquí vemos la verdadera adoración, la verdadera devoción a Dios. En tu propio lugar privado de oración, dirás: “Santificado sea tu nombre.”

Es en nuestro tiempo de oración en que levantamos nuestras manos a Dios, verdaderamente adorándole – verdaderamente alabándole. Sí, podemos adorar a Dios en la iglesia, pero la verdadera adoración a Dios es en tu aposento. Es en tu lugar secreto donde te presentas delante de tu padre. 

No dejes toda la adoración para la iglesia. Toma tiempo para adorar a Dios en tu tiempo de oración. Cada día, ponte delante de el, hablara como si estuvieras hablando con tu papá y santifica su nombre. Toma tiempo para adorarle. 

III. Los Creyentes somos súbditos. v10

No nos detenemos ahí. El siguiente paso es reconocer que somos súbditos de nuestro Dios. Cuando Jesus nos enseña a decir: “venga tu reino”, quiere que reconozcamos que nuestro Dios es un gran Rey. Jesus mismo es el Rey de reyes y Señor de señores. Sí, nos estamos presentando delante de nuestro amado Padre celestial, pero también nos estamos presentando delante del trono del universo. 

Podemos acercarnos confiadamente a ese trono, pero sigue siendo un trono. Su voluntad debe convertirse en nuestra voluntad. Lo que Dios quiere para mi, debería de ser lo que yo quiero para mí.

Este es el momento en que buscamos la voluntad De Dios. “Señor, Dios, haz conmigo lo que tu quieras. Aquí es donde presentamos nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo agradable a Dios. Ahora, le pedimos al Espíritu Santo a tomar el control de nuestras vidas, nuestras voluntades, nuestras acciones. 

El es el Rey de mi vida. El es el Señor de mi voluntad. Si reconozco que es mi padre, tengo que reconocer esto también: que Dios es el rey de nuestras vidas, que Cristo es el capitán de nuestras naves. 

Orando así nos da una perspectiva correcta de lo que es la oración. La oración exitosa no es lograr que Dios haga lo que yo quiere que haga, sino lograr que yo sepa lo que Dios quiere que yo haga y hacerlo. Este concepto continua en el hecho de que…

IV. Los Creyentes somos siervos.

Un siervo no tiene voluntad. Un siervo no tiene opinion. Un siervo no tiene preferencia. Un siervo hace lo que su Señor pide cuando lo pide como lo pide. “Hágase tu voluntad” son palabras que no se pueden pronunciar a la ligera. 

“Hágase tu voluntad” es invitar felizmente lo bueno que Dios tiene preparado para mi, así como las pruebas que Dios permite en mi vida. 

“Hágase tu voluntad” es reconocer que mi voluntad no es suficiente. 

“Hágase tu voluntad” es tener la confianza de que Dios sabe lo que es mejor para mi. 

“Hágase tu voluntad” es someterme a lo que Dios pide, no a lo que mi carne desea. 

“Hágase tu voluntad” es expresar aprobación de todo lo que la Biblia enseña. 

“Hágase tu voluntad” es entregar mis sueños en las manos De Dios. 

“Hágase tu voluntad” es renunciar mis propósitos y cumplir con los propósitos De Dios. 

“Hágase tu voluntad” es rechazar este mundo y las cosas que están en este mundo. 

No es fácil orar “Hágase tu voluntad”, pero la oración mas efectiva es la oración de un hijo que alaba a su Padre, reconociendo su autoridad y su propio lugar de servidumbre. 

V. Los Creyentes somos dependientes.

No nos damos cuenta de esto, pero toda nuestra vida depende De Dios. Todo lo que soy y todo lo que tengo depende De Dios. Nada de lo que soy y nada de lo que tengo sería lo que es sin la mano De Dios en mi vida. 

Jesus nos enseña a orar “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” 

Nuestra dependencia De Dios es una dependencia diaria. Cada día necesitamos de su provisión y cuidado. Cada día estamos sujetos a lo que él tiene planeado y no podemos comenzar un día bien si no nos detenemos a reconocer nuestra dependencia absoluta y total De Dios. 

¡Cómo hay Cristianos con una espiritualidad atrofiada simplemente porque no toman el cuidado de depender De Dios en lo que hacen! ¡Qué pobres y miserables somos cuando tratamos de vivir nuestras vidas independientemente de la mano proveedora De Dios, cuando nos enfrentamos a un mundo maligno sin ayuda De Dios, cuando intentamos alimentar nuestras necesidades sin la bondad De Dios!

¡Qué paciente es Dios con nosotros! ¡Qué misericordioso y comprensivo! Gracias a Dios que 2 Timoteo 2:13 dice: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel.” Cuando nosotros le damos la espalda, aun cuando el ofrece proveer para nuestras necesidades mas básicas, y lo despreciamos, el permanece fiel a nosotros. Si tu o yo fuéramos Dios, a la primera que un pecador nos despreciara, ya nunca ofreceríamos nuestra ayuda. Gracias a Dios que el no es como nosotros. 

Isaías 53:3-7 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Ese es el Dios que servimos. 

Los Creyentes somos pecadores v12.

Absolutamente dependientes De Dios. Sin esperanza. Sin auxilio. Y aún en nuestra condición, él nos perdona. “Perdónanos nuestras deudas” es la oración que cada uno de nosotros debemos de orar cada día. Estando en condición de pecado, el nos perdona. Estando muertos en pecados y delitos, Cristo extiende la mano y nos perdona. ¡Qué grande es nuestro Dios! ¡Que amoroso y bondadoso con nosotros, pecadores! 

Números 14:18 “Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión,”

1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

Si to pides perdón de tus pecados, el perdona. No hay Dios como nuestro Dios. 

Los Creyentes debemos andar con el Señor. 

Jesus no solo nos dice que debemos de andar con Dios, sino que nos muestra como andar con Dios. Jesus anduvo con su Padre. En una cantidad innumerable de veces durante su ministerio terrenal, se apartaba solo para estar en comunión con Dios. 

Eso es Cristianismo: cuando andamos con Dios el Padre como Jesus anduvo con Dios el padre, eso es seguir el ejemplo de Jesus. Eso es andar en los pasos del Maestro. 

Cuando Jesus nos enseña a orar “líbranos del mal”, nos está diciendo la importancia de andar con Dios. Andando con Dios, no andamos en mal. Nuestro camino es derecho y seguro. Pero hacer esta oración implica un deseo de parte del que ora de, efectivamente, separarse del mal y andar con Dios. Ahí es donde muchos Cristianos se detienen. 

Quieren las bendiciones, la provisión y la protección De Dios siempre y cuando no les cueste placer y deleite carnal y mundano. 

El Hijo devoto, súbdito, siervo, dependiente, pecador tiene un deseo profundo de apartarse del mal y andar con Dios. ¿Que tan grande es su deseo de apararse del mal, de separase del mundo, de dejar su pecado (secreto o público) para andar con Dios? 

Conclusión.

Aparte de nuestra salvación, el regalo mas grande que Dios nos ha dado es el privilegio de andar con el. ¡Por eso nos salvo! 

Pero qué triste que muchos Cristianos se preocupan mas por andar en el mundo, como el mundo, que por andar con Dios. 

No oramos porque no entendemos la oración.

No oramos porque no reconocemos el poder de la oración.

No oramos porque no apreciamos nuestro lugar en la oración. 

Cuando vemos la oración desde la perspectiva de hijos, devotos, súbditos, siervos, dependientes, pecadores, es más fácil entender nuestro lugar en la oración. 

¿Cómo está su vida de oración, hermano?

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