Lucas 15:11-24

Introducción

El Señor Jesus hablaba en parabolas frecuentemente. Una parábola es una historia que se cuenta que contiene una verdad aplicable a la vida de los oyentes. Todos podemos aplicar la parábola del hijo pródigo a nuestras vidas. Todos hemos batallado con la rebelión, con el alejamiento de nuestro Padre celestial. Sin embargo, Dios siempre ha estado allí esperándonos, y recibiéndonos al regresar. 

Vamos a ver la biografía del hijo pródigo. Ahora, entendemos que esta personas es ficticia. El hecho de que es parte de una parabola nos dice que no existió esta persona, pero vamos a es estudiar el suceso de eventos por los que un hijo De Dios puede pasar por causa de la rebelión. 

I. Su Rebelión vs 12

v 11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.

Aquí comienza la historia. No sabemos del trasfondo de la vida de este joven. Es posible que haya vivido una vida en constante rebelión. Es posible que en su pasado, todo haya estado bien y de repente decision alejarse de su padre. Es posible que se haya juntado con los amigos equivocados, etc. De nuevo, es un personaje ficticio. No existió. Pero el hecho de que no se menciona nada de la vida de este joven hasta el momento de su rebelión nos deja una pagina en blanco en cuando a su trasfondo. Así que, podríamos, en efecto, aplicar esto a cualquiera de nosotros. 

La verdad es que no importa cual sea tu trasfondo, tu eres susceptible a la rebelión. No importa si has vivido bien o mal. No importa si nunca has batallado con la rebelión. No importa que fuiste maltratado de niño o apapachado de niño. 

Por eso es tan sorprendente cuando un joven que todos consideramos como una persona integra, de buen testimonio, de repente cambia su manera de ser. Por eso es peligroso juntarte con los amigo incorrectos – te cambian de un día para el otro. Por eso es alarmante saber de un pastor, un predicador, que es sorprendido en una vida de pecado. Nadie lo espera porque la rebelión puede suceder a cualquier persona en cualquier momento si no tiene cuidado. 

La rebelión es una enemiga astuta. No tenemos indicación de que al padre le haya sorprendido esto. Nuestro Padre celestial es paciente con nosotros. Nos permite cometer errores aunque le duele ver nuestra rebelión en contra de el. Pero siempre es misericordioso. El hijo menor es un ejemplo de un hijo De Dios que toma lo que Dios le ha dado, la vida y las bendiciones, y lo malgasta en sus propios deseos. Cuidado con la rebelión. 

II. Sus Riquezas vs 13

“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.”

El hijo menor no se fue sin nada. Salió de la casa de su padre siendo un hombre rico. Probablemente supuso que le iba a ir bien. “Mira, me fui de la casa de mi padre, pero estoy bien. No me falta nada.” Se parece a lo que muchos Cristianos dicen cuando se alejan De Dios. “Mira, no fui a la iglesia el domingo y no me morí.” 

La verdad es que te va a ir bien por un tiempo cuando huyas de la presencia De Dios. A Jonas le fue mas o menos bien por un tiempo. Abordó su crucero de lujo, se fue a su cabina de 5 estrellas para echarse una pestaña. Pero tarde o temprano vendrá la tormenta. 

Cuando tu cedes a la rebelión, estarás bien por un tiempo, pero solo por un tiempo. Tarde o temprano, vendrán las consecuencias. Tardo o temprano vendrá el dolor. Tarde o temprano vendrá el remordimiento. 

III. Su Remordimiento. Vs. 14-16

“Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.”

Tarde o temprano te faltará. Entienda que solo Dios puede proveer nuestras necesidades de la manera que nos conviene. El mundo no puede suplir nuestras verdaderas necesidades. ¿Hay diner en el mundo? ¡Si, mucho! ¿Hay comodidad en el mundo? ¡Por supuesto que si! ¿Hay lujos, placer, gustos, diversión? Si, si, si, si. Pero no existe el nivel de provisión, amor, cuidado, paciencia, misericordia y consolación como en la presencia De Dios. 

Toma el mundo y dame a Cristo
porque el mundo pasará;
mas su amor, amor bendito,
por los siglos durará.

Toma el mundo y dame a Cristo,
su sonrisa quiero ver
y al mirar que va conmigo,
siempre salvo estaré.

Toma el mundo y dame a Cristo,
su sonrisa quiero ver
como luz que mi camino
haga aquí resplandecer.

Toma el mundo y dame a Cristo,
acogiéndome a su cruz,
y después iré a verle
cara a cara en plena luz.

¡Oh, qué gran misericordia!
¡Oh, de amor sublime don!
¡Plenitud de vida eterna,
prenda viva de perdón!

Deja de llenar tu vientre de las algarrobas de los cerdos. Dios puede ofrecerte mucho mas que eso. 

IV. Su resolución. Vs. 17-19

“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”

Habrá un momento en la vida del Cristiano rebelde en que tendrá que reconocer su condición. En algún momento te verás en el espejo. En alguno momento la lagrimas llenarán tus ojos y mojarán tus cachetes y tendrás que reconocer tu necesidad de regresar a la casa de tu Padre. 

Oh, la casa De Dios es casa de provisión.
La casa De Dios es casa de pan.
La casa De Dios es casa de suficiencia.
La casa De Dios es casa de abundancia.
La casa De Dios es casa de gozo.
La casa De Dios es casa de consuelo.
La casa De Dios es casa de amor.
La casa De Dios es casa de alivio.
La casa De Dios es casa de aceptación.
La casa De Dios es casa de restauración. 

Tienes que llegar al punto de absoluta resolución de levantarte del chiquero y regresar a la casa De Dios. 

V. Su regreso. Vs. 20a

“Y levantándose, vino a su padre.” 

Levántate y ven.
¿Estas lejos? Levántate y ven.
¿Ha sido mucho tiempo? Levántate y ven.
¿Ha sido difícilmente tu vida? Levántate y ven.
¿Fue profundo tu pecado? Levántate y ven.
¿Muchos se dieron cuenta? Levántate y ven.
¿Haz batallado con tus pensamientos? Levántate y ven.
¿Haz ofendido a Dios? Levántate y ven.
¿Tu rebelión ha marcado tu vida? Levántate y ven. 

No importa la profundidad del lodo; no importa el apeste del chiquero; no importa la condición de tus ropas; no importa la suciedad en tu cuerpo; no importa lo groso de las cicatrices. Levántate y ven. 

VI. Su recepción. Vs. 20.

Oh, cuando vino a la casa de su padre, la recepción fue como ninguna otra. Había resuelto confesar a su padre su error. Había planeado resignarse a la vida de un destituido. Pero su padre no le dejó hablar. Alcanzó confesar su ofensa y el padre comenzó a mandar a sus siervos a preparar todo para la fiesta. 

Cuando un hijo De Dios pródigo regresa a casa hay celebración. Siempre es una ocasión gozosa. Siempre es un evento especial. Gracias a Dios por los hijos pródigos, porque todos somos hijos pródigos. En algún momento todos hemos tenido que regresar a casa. Todos hemos tenido que reconocer nuestro error. Todos hemos tenido que confesar nuestros pecados. Y Dios siempre se regocija cuando regresamos. 

¿Por qué no regresas a Dios? ¿Por qué no dejar el chiquero y entrar a la casa? ¿Por qué no dejar de alimentarte de la basura del mundo y regresar a la mesa De Dios? Que a propósito, todo lo que el mundo ofrece es basura. Todo el mundo es un chiquero. 

Necesitamos dejar de ver al mundo como algo que conviene. Necesitamos de tener una visión celestial de lo que el mundo realmente es – una perspectiva De Dios del mundo nos haría mucho bien. No hay nada bueno en el mundo para el hijo De Dios. Puedes sobrevivir por un tiempo, pero no puedes vivir. 

Necesitamos restauración 

VII. Su Restauración. Vs. 22.

“Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.”

El hijo fue restaurado. El mejor vestido para cubrir su suciedad y pecado. Cuando regresamos a Dios, la sangre de Cristo su hijo nos cubre y nos limpia de todo pecado. 

El anillo oficial de la familia le dio autoridad y cabida dentro del hogar. Cuando regresamos a Dios, somos hijos amados, aceptado y puestos en lugares de bendición. 

El calzado en sus pies le dio un nuevo andar. Cuando regresamos a Dios andamos con Él, nuestros camino es enderezado y nuestros pasos son seguros. 

Qué bendición la restauración que viene cuando regresamos a Dios. Qué gozo…

VIII. Su regocijo. Vs. 24.

“Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”

Esta es mi parte favorita de la parabola. Hubo gozo en la casa. El padre se regocijó, los siervos se regocijaron, el hijo menor se regocijó. 

Hubo carne asada, guacamole, tortillas de harina recién hechas… 

El hijo que en un momento había sido considerado como muerto – que no se sabia nada de el; que se esperaba que lo peor le había acontecido – ahora está vivo en la carne en la precisa de su padre. 

Cuando andamos en el mundo, andamos en muerte. Regresamos a esa condición pecaminosa. Andamos en pecado. Oh, no perdemos nuestro nombre. No perdemos nuestra salvación, pero andamos como si fuéramos perdidos. Pero cuando regresamos, hay nueva vida, nueva esperanza, nuevos comienzos, nuevas misericordias. 

“Todo esta muy bien en casa De Dios, en casa De Dios, en casa De Dios.
Todo esta muy bien en casa De Dios, donde hay paz, paz, paz. “

Pero no todo estaba bien. 

IX. El rechazo del hijo mayor. Vs. 25-28. 

25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

Siempre hay uno. “Pues, yo rehuso asistir a la iglesia con esa clase de persona.” “En la iglesia, son puros hipócritas.” “Anoche estaba en la cantina y hoy esta en el coro.” 

¡CALLATE LA BOCA! Por mas disgustado que estes tu por el regreso de un hijo prodigo a la casa De Dios, tu Padre celestial está gozoso. 

OK. A lo major tu no te crees igual que esa persona, pero si lo eres. Hoy hay un solo pecador en este lugar mejor que el hijo prodigo. Todos somos hijos pródigos. ¡Qué importa si tu rebelión duró menos que su rebelión o si su rebelión fue pública, pero la tuya privada! Dios sigue amando a ese hijo así como te ama a ti. Cristo derramó la misma sangre por el que por ti. Deja de ser fariseo. Deja de creerte el santo mas blanco del gabinete y regocíjate por el regreso de nuestros hermanos pródigos. 

Conclusión

Qué bueno que esta historia aplica a todos nosotros. Nadie se salva de la parabola del hijo prodigo. Todos estamos aquí. La pregunta no es si estás o no estas representado en la biografía del hijo prodigo, la pregunta es ¿en qué etapa de su biografía te encuentras? 

¿Estas en la etapa rebelde?

¿Estas en la etapa de gozarte de las riquezas del mundo?

¿Estas en la etapa del chiquero?

¿Estas en la etapa del regreso?

¿Estas en la etapa de la restauración?

O ¿eres el hermano mayor envidioso y egoísta? 

Identifícate ahora mismo en esta paraíso y determina qué decision tienes que tomar. 

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