Ordena Tu Casa

La Responsabilidad del Pastor con su Familia y Ministerio

Pastor Noé Montelongo

En 2 Reyes 21, el profeta Isaías se acerca al rey Ezequías con una noticia impactante: "Ordena tu casa, porque morirás y no vivirás". Esta declaración nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida y responsabilidad. Como pastores y siervos de Dios, muchas veces nos enfocamos en la obra del ministerio y olvidamos preparar nuestra casa, tanto en lo espiritual como en lo material.

El pastor Noé Montelongo nos exhorta a considerar cómo estamos cuidando de nuestras familias, nuestro futuro y la continuidad de la iglesia en caso de que el Señor nos llame a su presencia.

La Realidad de la Vida y la Muerte

Muchos de nosotros no planeamos nuestra partida. Sin embargo, es una realidad innegable. A menudo preparamos a nuestra congregación para la vida eterna, pero no nos aseguramos de que nuestras familias queden protegidas en la tierra.

Ejemplo de esto fue el testimonio de un misionero que, con tan solo 39 años de edad, pasó a la presencia del Señor de manera inesperada. Su familia quedó en una situación difícil porque no había planificado lo que ocurriría si él ya no estaba.

La Responsabilidad de Proveer para la Familia

Dios nos llama a vivir por fe, pero vivir por fe no significa dejar la responsabilidad financiera de nuestras familias en manos de otros. En 2 Reyes 4, vemos a la viuda de un profeta enfrentando la posibilidad de que sus hijos fueran tomados como esclavos por deudas impagas. Eliseo, guiado por Dios, le proporciona una estrategia para generar ingresos.

Preguntas Claves para Reflexionar:

  • ¿Qué pasara con mi familia si yo falto?

  • ¿Tienen un hogar asegurado o están rentando?

  • ¿Habrá ingresos suficientes para sustentarlos?

  • ¿He considerado un seguro de vida o plan de ahorro?

El apóstol Pablo enseña en 1 Timoteo 5:8: "Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo". Es nuestro deber asegurarnos de que nuestras familias estén protegidas y sustentadas.

El Sostenimiento del Pastor

El modelo bíblico establece que el obrero es digno de su salario. Pablo, en sus inicios, trabajó haciendo tiendas, pero cuando recibió sustento de la iglesia, pudo dedicarse completamente al ministerio (Hechos 18:5).

Es crucial que los pastores enseñen a sus iglesias la importancia de sostener el ministerio pastoral de manera adecuada. No es una cuestión de avaricia, sino de orden y responsabilidad.

Algunas recomendaciones incluyen:

  • Que el salario del pastor se base en el promedio de ingresos de la congregación.

  • Asegurar que el sueldo aumente anualmente según la inflación.

  • Enseñar a la iglesia a dar generosamente, confiando en la provisión de Dios.

La Continuidad del Ministerio

Un pastor no es eterno, pero la iglesia debe continuar. No hay éxito sin sucesor. Muchos pastores trabajan por décadas sin entrenar a alguien que continúe el ministerio. Cuando mueren, la iglesia entra en crisis y, en algunos casos, desaparece.

Pasos clave para asegurar la continuidad:

  • Entrenar a un sucesor.

  • Crear un comité de transición pastoral.

  • Establecer en la constitución de la iglesia el proceso de elección de un nuevo pastor.

La Importancia de la Planificación Legal y Financiera

En México, los pastores pueden acceder a beneficios de seguridad social si están registrados correctamente. Algunas opciones incluyen:

  • Seguro Social: Para pastores que cotizaron antes de 1997, pueden acceder a una pensión mediante la modalidad 40.

  • Seguros de vida y ahorro: Protegen a la familia en caso de fallecimiento inesperado.

  • Registro legal de la iglesia: Permite acceder a beneficios fiscales y de seguridad social.

Conclusión

Ordenar nuestra casa es una responsabilidad que no podemos posponer. No sabemos cuándo el Señor nos llamará, pero podemos asegurarnos de que nuestra familia y ministerio estén protegidos.

Dios nos llama a ser sabios administradores de nuestra vida, nuestra familia y nuestra iglesia. Planifiquemos con fe y prudencia para que el legado que Dios nos ha permitido construir continúe adelante, con o sin nuestra presencia.

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