Salmo 37:23-31
23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino.
24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.
25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.
26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición.
27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre.
28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.
29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.
30 La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia.
31 La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.
Introducción
Es imposible negar el hecho de que el Cristiano de hoy vive en un mundo que busca su caída. El enemigo enfoca toda su atención en hacernos resbalar y su propósito es descalificarnos de la carrera Cristiana de la que habla Pablo en Hebreos 12:1 diciendo: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,”
Si el enemigo puede lograr descalificarte, podrá impedir el cumplimiento de la Gran Comisión (predicar el evangelio en todo el mundo) que es el propósito del Cristiano – enaltecer en nombre de Cristo. La Biblia dice que no hay otro nombre bajo el cielo como el nombre de Jesus. Filipenses 2:9-11 “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Si el enemigo puede lograr tu caída, hermano, podrá descalificarte de la carrera.
Hay otro peligro. A veces el mismo Cristiano permite el deslizamiento en su vida. Sin dudad, todos nosotros hemos vivido momentos de deslizamiento espiritual – temporadas en las que nos alejamos de Dios en nuestro corazón y quitamos la mirada de Jesus.
Quizás el deslizamiento viene por mirar las olas en lugar de poner nuestra confianza en el Señor – como pasó con Pedro cuando intentó caminar sobre el mal.
Quizás el deslizamiento viene por ceder a nuestras pasiones como sucedió con David cuando miró a Betsabé.
O, quizás el deslizamiento viene por nuestro orgullo y sentido de autosuficiencia como sucedió con Sansón.
Es posible que deslizamos como el hijo prodigo que deseaba riquezas y lujos.
Es posible deslizar como los Gálatas que conocían a Dios pero volvieron a los débiles y pobres rudimentos doctrinales.
Hay varias razones por deslizar. Hay varias maneras de deslizar y ha varios grados de deslizamiento. El asunto es que el peligro del deslizamiento viene tanto de afuera (de parte del enemigo y del mundo) como de adentro (como resultado de nuestra propia naturaleza pecaminosa).
La buena noticia es que ¡por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino (v23)! Hay un camino diseñado por Dios el cual podemos seguir. En ese camino se ordenan nuestro pasos – Dios nos hace pisar donde el pisa – y el camino es aprobado por Dios.
Si nos quedamos en el camino aprobado por Dios y seguimos los pasos que él ordena, el resultado lo vemos en el v. 31, “sus pies no resbalarán”. Ese es el titulo del mensaje: Sus Pies No Resbalaran.
Ahora, vamos a resaltar algunas cosas en este pasaje que se encuentran entre los pasos ordenados y caminos aprobados del vs 23 y la promesa de la libertad del deslizamiento del vs 31.
Mire el v. 27. Dice: “Apártate del mal”.
Es maravillosamente sencillo lo que Dios nos manda a hacer para poder vivir una vida Cristiana sin deslizamiento. Dios calcula bien sus palabras. No las desperdicia y nos dice claramente, con tres palabras que todos podemos entender, lo que tenemos que hacer para poder vivir sin deslizar: “apártate del mal”.
Tantos Cristianos viven cerca del mal. Tantos Cristianos están cómodos con el mal en sus casas. Tantos Cristianos están a gusto sabiendo que hay mal en sus corazones.
Este pasaje no está dirigido meramente al inconverzo (al no salvo). Vs. 25 habla del justo. Vs. 28 habla de los santos. Este pasaje está hablando de y se dirige, principalmente, a los salvos. Se dirige al que está en peligro de deslizar.
El que no conoce a Cristo no está en peligro de deslizar. Dice la Biblia que está muerto en pecados y delitos. Ya está en tinieblas. No puede caer mas de lo que ya ha caído.
Usted conoce a Cristo. Usted conoce la diferencia entre el bien y el mal. Usted sabe que debe estar cerca de Dios y sabe cuándo se aleja de él en el deslizamiento espiritual.
Dice la Palabra de Dios que no resbalaran los pasos de aquellos que se apartan del mal.
Pero parece que el Cristiano ha llegado a un punto en que acepta el mal. Se complace en hacer el mal. Sin embargo, Salmos 5:4 dice claramente de nuestro Dios: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti.”
No podemos estar cerca a Dios y aceptar la maldad como normal.
Dice el diccionario que “apartarse” es desunir, dividir o separar. En el cuarto versículo de la Biblia, Dios vio que la luz era buena y, literalmente, dice que “separó Dios la luz de las tinieblas”.
El Cristiano debe estar tan lejos de la maldad como la luz es de la tinieblas. 1 Juan 1:5-7 dice: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
Cuando un hijo de Dios se aparta de las tinieblas, inmediatamente está con Dios, dice, “como él está en luz”. Nuestras relaciones personales con oros Cristianos es lo que debe ser y esos pecados que practicábamos estando en tinieblas son limpiados por la sangre de Jesucristo.
“Apartarse” quiere decir: “quitar a alguien o algo del lugar donde estaba para dejarlo desocupado”. Quiere decir desalojar.
Mire Salmo 84. Versículo 1 dice: “Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!” Vs 2 “Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová
Vs 4 “Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán. Selah
Vs 10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.
¿Por qué vivir en las moradas de maldad si los atrios de Dios están a nuestra disposición?
“Apartarse” quiere decir divorciarse. ¿Qué dice 2 Corintios 6:14? “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”
Apartarse de la maldad es un divorcio entre el Cristiano y las tendencias pecaminosas. Es una decisión voluntaria y consciente de cortar una relación dañina que amenaza peligro.
La Palabra de Dios es clara. Si queremos vivir sin deslizar. Si queremos estar bien con Dios y gozar de las bendiciones de Dios, tenemos que separarnos, tenemos de desalojarnos, tenemos que divorciarnos del mal.
¿Qué mas?
Dice el vs 27 “Y haz el bien”.
Así que hay dos cosas que tenemos que hacer: (1) apartarnos del mal, Y hacer el bien”.
Para andar sin resbalar, no es suficiente apartarse del mal, también uno tiene que hacer el bien.
Apartarse del mal implica acercarse al bien. Y entre mas te alejas del mal, mas te acercas a Dios. Pero es interesante que no se nos dice “apártate del mal y acércate al bien”. Dice “apártate del mal y HAZ el bien.”
Esta palabra “haz” es la misma palabra hebrea וַעֲשֵׂה־ (wa·’ă·śêh-) que encontramos en Génesis capítulo 35 donde “Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. vs. 2 Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. 3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado.
Dios le manda a Jacob a hacer un altar en memoria de la protección que Dios le proveyó cuando estuvo en angustia.
Hacer el bien no se hace simplemente por hacerse. Hacemos el bien, no simplemente porque se nos manda. Hacemos el bien, no para ser buenos. Hacemos el bien porque al hacer el bien estamos recordando el bien que Cristo hizo por nosotros cuando murió en la cruz.
Es interesante que Jacob manda a todos los que están con el a quitar los dioses ajenos y limpiarse y cambiarse de ropa antes de hacer este altar.
No puedes hacer el bien y vivir mal al mismo tiempo. El mal que se presenta en la vida del Cristiano anula el bien que hace. No puedes servir a Dios con pecado en tu vida. No puedes acercarte al trono del Santo de santos, siendo inmundo. No puedes. No puedes. No puedes.
Por eso hay muchos Cristianos frustrados. Porque quieren hacer el bien, pero no se han apartado del mal. Por eso ya no están aquí. Por eso han resbalado en el camino, porque querían servir a Dios, pero tenían un pie en el pecado.
“Haz” el bien es la misma palabra que encontramos en Esdras 10 cuando el pueblo de Israel reconoció que había tomado mujeres extrañas y reconociendo su pecado lloraban amargamente y le pidieron a Esdras que les ayudara despedir a estas mujeres extranjeras de quieres Dios no aprobaba y le dicen en el vs 4: “esfuérzate, y pon mano a la obra.”
Está palabra “haz” quiere decir “poner mano a la obra”. El pueblo reconoció su maldad y no solo despidieron la maldad de en medio de ellos sino que se puso mano a la obra para hacer el bien.
Hermanos, hay que poner mano a la obra. No es suficiente “no hacer” lo que no debemos de hacer. Tenemos que “hacer” lo que si debemos de hacer. Si queremos vivir sin resbalar, tenemos que apartarnos del mal, pero también tenemos que participar en hacer el bien.
Así como hay Cristianos que resbalan por hacer el bien sin dejar el mal, hay Cristianos que resbalan por dejar de hacer el mal sin hacer el bien.
Tu no fumas, no tomas, no escuchas música mundana, no usas ropa inapropiada, no dices groserías, pero tampoco asistes a tres cultos por semana, no oras cada día, no lees la biblia, no ganas almas y no diezmas.
¿Usted entiende que de nada sirve apartarte del mal si no vas a hacer el bien?
Para vivir sin resbalar, tienes que hacer el bien. No porque eres bueno, sino porque el que se aparta del mal y hace el bien se encontrará en el camino aprobado por Dios. Andará con pasos ordenados. Si es que cae, como dice el vs 24, Jehová sostendrá su mano.
Siendo justo, no será desamparado, ni su descendencia mendigará pan.
v 28 dice que estas personas que se apartan del mal y que al mismo tiempo hacen el bien “siempre serán guardados”.
¿Entiende que este asunto de apartarse del mal y hacer el bien es una acción simultánea? Se hace al mismo tiempo. Al apartarse del mal, debe de hacer el bien y al hacer el bien, debe de apartarse del mal.
Es como una báscula. Cuando un lado de la balanza sube, el otro lado baja. Y Dice la Palabra de Dios en el vs 31 que la ley de Dios estará en el corazón de esa persona que se aparta del mal y hace el bien y que sus pasos no resbalarán.
Todo el consejo de Dios será de provecho continuo. Dice el vs 30 que “La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia.”
Estoy diciendo que para poder vivir una vida sin resbalar, permaneciendo dentro del camino aprobado y siguiendo los pasos ordenados por Jehová, uno tiene que apartarse del mal y hacer el bien. Tiene que alejarse del pecado y acercarse a Dios.
Conclusión
¿Te has acostumbrado al mal? ¿Se te ha hecho normal? ¿Has formado hábitos malos? No estás cerca a Dios. Tarde o temprano resbalarás. Caerás. No seas una estadística más. No seas de aquellos quienes extrañamos meses después de irse de la iglesia por desanimo o distracción.
Decide apartarte de ese mal, de ese pecado que tu bien sabes que deberías de evitar y decide comenzar a hacer el bien que debes estar haciendo.
Amigo, no puedes acercarte a Dios en tu condición pecaminosa. El vino a buscarte y a salvarte. Tienes que reconocer que has pecado y que no mereces ir al cielo por tu pecado, pero que Cristo derramó su sangre por ti y que por su sangre puedes ser justificado (Romanos 5:9).